Inicio Opinión Antonio Oliver Valdés quiere otra vida.

Valdés quiere otra vida.

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La versión oficial de las cosas suele ser, con frecuencia, una forma de tapar las verdaderas intenciones, el origen real de lo explicado o acciones soterradas que van en dirección contraria a la proclama. Espero que esta vez no sea así. Si el Fútbol Club Barcelona dice que cuidará, animará y apoyará a Víctor Valdés hasta que finalice su contrato, prefiero creerlo. Sin embargo hay demasiados, alguno caliente todavía, ejemplos de nula coincidencia entre lo expresado inicialmente y los hechos posteriores.

Valdés ha sido meridianamente claro. Con sus palabras y gestos ha venido a decir que no se trata de un nuevo contrato, se trata de una nueva vida para él y su familia. Ha cerrado las puertas a la especulación y a la posibilidad de que las cosas se desvirtúen. El dinero ni ha influido ni ha contado. La afición culé debe estar avisada para que, desde ningún sitio, le hagan creer lo que no es. Muchas veces una falsedad repetida crea realidad y la masa es vulnerable a esto demasiadas veces.

Valdés ha cumplido y desea seguir cumpliendo. Está perfectamente expresado y nadie que mire con serenidad puede ni ver ni entender otra cosa. Luego viene todo lo demás que arrastra el fútbol, las medias palabras, las versiones torcidas y el resentimiento por no ser el dueño de una noticia que ha desvencijado el pulcro y controladísimo espacio de la comunicación oficial barcelonista. Ha sido durísimo para determinada prensa ver cómo se les ha escapado un ‘atún’ de ese calibre.

La noche que Quim Domenech en ‘Punto Pelota’ se dejaba caer con la noticia, una ola de incredulidad, ansiedad y fastidio sacudió a muchos. Quim lo contó de tal manera que, el que lo quiso ver, tuvo claro que la información estaba sólidamente construida. Para algunos periodistas la noticia en sí misma, la juventud de Quim y las circunstancias en las que trabaja -vetado por el F.C. Barcelona- eran ya un insulto.

Por otra parte no logro comprender cómo una organización de ese calibre puede verse sorprendida por una noticia de tal calado para la institución y para el propio equipo. Valdés no es un canterano emergente, abierto a cantos de sirena o curioso ante otras realidades, se trata de un icono del barcelonismo que ha madurado su adiós irrevocable sin que nadie, desde dentro, lo haya intuido. Eso pone en tela de juicio al ‘servicio de inteligencia’ de la entidad. Estar avisados no hubiera impedido la marcha del portero pero, al menos, habría evitado el papelón de unZubizarreta confiado y dando datos para desmontar una información. Tan tremenda me parece la naturalidad con la que quitó crédito a la noticia como el profundo desconocimiento que demostró sobre un asunto de su directa competencia. A estas alturas debe estar preguntándose cómo pudo encajar un gol como ese. Es para tirarse de los pelos por lo público y por lo privado.

Sea como fuera los hechos han confirmado, al detalle, la noticia del joven periodista que lleva casi un año vetado por el club. Espero que la frustración del Fútbol Club Barcelona y de alguna prensa distraída en este tema, no signifiquen un acoso injusto ni un trato inmerecido para un jugador de la casa que solo quiere cambiar de escenario al final de su carrera. Aunque algunos no lo crean hay más vida después de la que Valdés ha disfrutado en el Fútbol Club Barcelona. La grandeza de los clubes se demuestra en los comportamientos que observa cuando las cosas no salen según sus cálculos. Magnífica ocasión para dar una lección de elegancia y hacer un master de seny.