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El ejemplo Pellegrini.

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Andará Don Emilio muy orgulloso de lo que consiguió con su hijo allá arriba. Pocas veces una persona en este ingrato mundo del fútbol logra el respeto y el reconocimiento que ha logrado Don Manuel Pellegrini a lo largo de su carrera deportiva. No me equivoco al afirmar que el secreto siempre fue su exquisita educación – seguro que su recién fallecido padre tiene mucho que ver en eso – unida a un excelente sentido de la responsabilidad y profesionalidad.

Manuel Pellegrini recibió la noticia de la siempre dolorosa pérdida de un padre en la mañana del pasado sábado, antes del partido que enfrentaba a la Real Sociedad y a su equipo, el Málaga. No solo acudió a la importante cita -estaba en juego la cuarta plaza-  sino que también cumplió con todas las responsabilidades que le marca ser el entrenador de un club de fútbol. Antes, el chileno se había encargado de no comunicar la triste noticia a ningún miembro de la expedición malaguista, no quería influir en la concentración de su equipo.

Demostró la entereza suficiente en el banquillo para gobernar a sus hombres en busca de la victoria -no pudo ser y el equipo cayó derrotado por cuatro goles a dos- , atendió a la prensa con la educación habitual y marchó para Chile. Ni una excusa, ni un solo mal gesto. La procesión iba por dentro.

Ayer portó el féretro de su padre, lo hizo en la localidad chilena de Vitacura, y sin apenas pasar tiempo en su país natal Manuel Pellegrini embarcará rumbo a Dortmund donde se le espera para el vital partido de mañana. No iba a fallar.

Mientras, en Málaga se debaten las palabras que dijo en Chile Paco de la Torre, alcalde de la ciudad, en las que prometió que Manuel Pellegrini tendría una calle en la capital de la Costa del Sol. En mi humilde opinión y ante las voces contrarias a este merecido reconocimiento al chileno, os diré que no solo merece una calle, merece un monumento.  Pocos dieron más a Málaga que él.

Dijo Pablo Coelho: “Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores un día terminan aquello que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardín jamás para de crecer”.

Espero que Don Manuel, que es de los segundos,  siga sembrando en Málaga -y en el fútbol-  esa manera de amar y entender la profesión.

Ánimo Don Manuel.