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Cruel adiós del Málaga a la Champions.

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Borussia Dortmund 3-2 Málaga FC.
Imagen: EFE.

La justicia poética en el mundo del fútbol en rara ocasión se da, esta noche en el Signal Iduna Park se vio un claro ejemplo para demostrar que eso suele ser así. Los tópicos en el mundo del fútbol son eso, tópicos. Expresiones manidas por su reiteración pero que siempre se acaban cumpliendo. Una de ellas es que el pez grande se come al chico y en esta ocasión pasó así. Lo que nadie esperaba, en el transcurso de los noventa minutos de juego, es que el pez grande se comiera tan cruelmente al pequeño cuando este, prácticamente, celebraba su salvación.

Ganó el Dortmund por tres goles a dos y consiguió el pase a semifinales -el sorteo que le asignará rival será el próximo viernes- y no sin apuros. El Málaga, mejor durante casi todo el partido, sabía a lo que jugaba y dominaba, a su manera, al Dortmund hasta la fatídica jugada que decantó la balanza del lado alemán. Un clamoroso fuera de juego que deja a los andaluces fuera de la competición cuando los labios ya tenían ese dulce sabor a miel.

Comenzó el partido el Málaga con la clara idea de que Gündogan no se sintiera cómodo sobre el césped y lo consiguió. En un alarde de defensa bien posicionada, el equipo andaluz rara vez permitió que un balón llegara a las botas del mediocentro del Borussia. Las líneas estaban perfectamente cerradas por un inconmensurable Jérémy Toulalan y un gran Camacho que hizo olvidar la gran labor de Iturra en la ida.

Con Götze y Reus controlados y un gris Blaszczykowski -la gran novedad en el once inicial de Jürgen Klopp- el Borussia se pasaba el balón en defensa insistentemente entre sus dos centrales, Subotic y Santana, hasta que alguno de los dos lanzaba el pelotazo en busca de Robert Lewandowski, el jugador con más peligro del Dortmund sobre el césped. El Málaga saltó al campo con la sorprendente inclusión del portugués Duda en el once. La idea estaba clara, el Málaga quería el balón. Los costasoleños querían imponer su ritmo para obligar al Dortmund a rebajar su vertiginoso concepto de ver el fútbol. Aun así los alemanes se desmarcaban en momentos muy puntuales de la tela de araña que tejió Pellegrini. En una de ellas llegó la ocasión más clara del primer tiempo para los locales pero Robert Lewandowski picó en exceso un buen pase de Mario Götze en la frontal con Willy Caballero vendido. Era el minuto 16. El Borussia mandaba en la posesión pero no creaba excesivos problemas a la zaga comandada por Martín Demichelis.

Los blanquiazules no descuidaban el ataque en esos momentos y, pese a ser tímidas sus avanzadillas hacia la meta defendida por Weidenfeller, no tardaría en llegar el primer gol de la noche. Corría el minuto 24 cuando Joaquín Sánchez e Isco se asociaron en una pared al borde del área que acabó con recorte y disparo con la zurda del portuense, que acabó con el balón dentro de la portería alemana.

Sintió el miedo en el cuerpo el Borussia Dortmund por momentos. El gol malaguista los había hecho bajar de la altanería demostrada en rueda de prensa por su entrenador a pelear de tú a tú contra un muro, que no era la SüdTribüne sino la rocosa defensa malaguista. Sin embargo el muro fue traspasado. Marco Reus, desaparecido hasta entonces,  asistió de tacón, tras pérdida  de balón de Antunes, para que Robert Lewandowski  alojara el balón en el fondo de la red tras sortear a Willy Caballero. Era el empate.

Tuvo el segundo para los malaguistas Joaquín en el descuento al rematar solo frente a Weidenfeller una falta botada de manera magistral por, el hoy capitán, Duda. El remate, muy centrado, murió en las manos del guardameta alemán.

El inicio de la segunda parte nos brindó dos ocasiones, una por bando. La primera acertó a desbaratarla Willy ante Lewandowski y la segunda fue la parada de la noche. Falta lanzada por Duda al segundo palo donde Demichelis cabeceó dejando un balón franco en el corazón del área que Joaquín atinó a rematar. El cabezazo del portuense, muy intencionado, sirvió para que el meta alemán rechazara a córner con una gran estirada.

Pasaban los minutos y el Málaga, que empezaba a creérselo, empezó a buscar el gol. Toulalan fue el siguiente en poner a prueba las habilidades de Weidenfeller con un potente chut desde fuera del área al cazar un rechace. Posteriormente era Willy Caballero el que salvaba al Málaga con una parada con el pie a Marco Reus que, de haber pasado el conjunto malagueño a semifinales,  se hubiera convertido en antológica. Más tarde el meta argentino volvió a repetir suerte, esta vez con Mario Götze. La suerte parecía sonreír al Málaga.

Con Eliseu ya en el campo llegaría el segundo del Málaga. Isco combinaba en profundidad con Julio Baptista cuyo disparo empujó, en fuera de juego, el extremo portugués.  Era el minuto 80 y Málaga explotaba de júbilo. El pase estaba cerca, Westfalenstadion asistía a la proeza de un club, que sancionado por la UEFA, llegaba a semifinales.

Pero el sueño malaguista se tornó en pesadilla. El Dortmund, totalmente al ataque, colgaba balones sin parar a Lewandowski cuando, en el minuto 91, Reus empató el partido al recoger un rechace en una jugada muy mal defendida por el Málaga dentro del área.

La fatalidad se alió del lado andaluz cuando, dos minutos más tarde, el árbitro dio por válido un gol en fuera de juego de Santana. Hasta cuatro hombres del Dortmund, todos los que estaban esperando a rematar un centro desde la izquierda, estaban en posición antirreglamentaria en la jugada que daría origen a la segunda jugada, en la que también había fuera de juego de Santana, que acabaría suponiendo el 3-2 y consiguiente eliminación del conjunto malagueño.

El Málaga, que reclamó un abusivo maltrato arbitral desde el 1-2, vio como el sueño de la semifinal se desvanecía al pitar dos minutos más tarde Craig Thomson el final del partido. Desánimo y sensación de injusticia entre los jugadores malaguistas, en especial en Isco, que yacía desplomado en el centro del campo.

El fútbol le debía una a Pellegrini desde hace tiempo pero, una vez más, la justicia poética se tomó unas vacaciones. Otra vez será.