Tres puntos, rearme anímico por la vía de la épica y Negredo, máximo goleador nacional, molesto y sin ganas de disimularlo. Muchas cosas en un partido frenético desde el primer momento. Sevilla y Athletic despreciaron el compás y jugaron como si cada balón fuera el último. Nadie guardó nada y terminaron rotos pero cumplidos. Unos y otros. Luego el resultado, los dos equipos con diez en el campo, se vino del lado local.
Los sevillistas tomaron la bocanada de aire que les hacía falta en la tabla y para el derbi. Ir a casa del Betis sin ganar hubiera sido un lastre pesado. Triunfo recuperador. El Sevilla gana pero todo lo que gana le cuesta un mundo: corren, pelean, son generosos, se apoyan todos, pero mirándolos se palpa sufrimiento. Parece el destino de este equipo en los últimos tiempos. El Sevilla gana pero nada es perfecto.
Navarro, algo más que un jugador cuando se trata de un derbi, no estará frente al Betis. Negredo, en un gesto que después quizás suavice, ha dicho muchas cosas. No es tranquilizador aunque, hasta el treinta de junio, seguirá citado con el gol y con el Sevilla, conociendo al de Vallecas eso está garantizado. Se confirma que en un partido de fútbol cuentan los números, las sensaciones y los gestos. Todo es fútbol y lenguaje futbolístico. Frente al Athletic el resultado fue bueno para el Sevilla, la sensación notable y el gesto de Negredo, para mí, suena a despedida amarga. Goles, puntos y que hablen…pareció decir tras marcar su segundo gol y rescatar los puntos. Solo él lo sabe.
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