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El Madrid queda en Jaque ¿Mate?

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Borussia Dortmund 4-1 Real Madrid
Imagen: EFE.

El Real Madrid ha recibido una lección esta noche, aunque la lección se puede elevar al fútbol español. El Borussia ha demostrado que no existen los equipos ‘asequibles’ en una semifinal de Champions,  los que han llegado hasta ahí no ha sido por obra divina, sino por fútbol.  Lewandowski se calzó las ganas y la actitud de la grada y los representó como nadie marcando los cuatro goles de su equipo.

Desde mucho antes de empezar el partido, las gradas del Signal Iduna Park ya habían conseguido marcar un gol, el peor gol de todos, el psicológico. Eso llevó en volandas a un Borussia que se convirtió en una estampida de gigantes alemanes  desde el primer minuto: presión constante que ahogaba todas las líneas del Madrid. El dominio y la intimidación eran tan claros que a los 6 minutos Reus avisó a los madridistas de la noche que les esperaba. Jugada en diagonal y disparo cruzado raso endiablado que consiguió despejar Diego López con la punta de los dedos a córner.

Sin apenas poder reaccionar Lewandowski dio comienzo a su fiesta y recital empujando al fondo de las redes un centro de Götze al que ningún defensa madridista pudo llegar.

Los alemanes relajaron su hambre pero no su presión, el primer golpe estaba dado y era turno de esperar. Con el paso de los minutos los blancos se hicieron con el dominio del balón, pero solo eso, era una rosa sin espinas. Mucha circulación sin crear un mínimo de peligro en la portería alemana.  Solo Cristiano consiguió acelerar los corazones de la hinchada alemana con un disparo de falta que sacó providencial Weidenfeller. El dominio madridista era un espejismo.

Blaszczykowski volvía a sembrar el pánico entre los madridistas con una galopada por la banda derecha que consiguió sacar la fe de Higuaín, convertido en defensa ante la oleada alemana. El Borussia era un espejo del mejor Real Madrid, contragolpes perfectos ayudados de una defensa sólida. Cuando nadie se lo esperaba apareció Cristiano y apareció el Madrid, un fallo de Hummels desencadenó en una contra en la que Higuaín cruzaba el balón al otro lado del área donde le esperaba solo Cristiano para poner el empate. Todo parecía volver a la normalidad y se esperaba un partido diferente. Pero nada de eso.

La segunda parte empezó como la primera, presión asfixiante que poco tardó en dar sus frutos. Lewandowski volvía a golpear en la mandíbula del Madrid con su segundo gol. Medio Madrid se quedó protestando un fuera de juego inexistente a la vez que el polaco se convertía en el más listo de la clase enviando el segundo balón a las redes de la portería de Diego López. La grada vibraba y el Madrid rezaba.

Pero sin duda, el golazo de la noche fue el tercero en el que otra vez Lewandowski se destapaba de la defensa blanca con una elegancia propia de los mejores jugadores del mundo, enviando el balón a la escuadra y desatando la euforia entre la afición que cada vez lo veía más claro. Estaban asistiendo al partido perfecto en el ambiente y contexto perfectos. El mazazo definitivo vino de un penalti provocado por Xabi Alonso que arrolló con el cuerpo a Reus, que fue una constante pesadilla para la defensa madridista. Lewandowski no dudó y pegó con tanta fuerza como tranquilidad llevaba, por el centro de la portería, colmando una noche perfecta para él y para su equipo. El descalabro pudo ser aún mayor si no es por Diego López, que sacó varias manos milagrosas. Los blancos pudieron conseguir ese gol que les metía de lleno otra vez en la eliminatoria en los compases finales del partido, primero Cristiano y después Varane, que desviaba su disparo a pocos centímetros de la portería de Weidenfeller.

La fiesta en el Signal Iduna Park era tremenda y el Madrid se marchaba camino a los vestuarios pensando en un milagro en el Bernabéu. Toca apelar a las grandes noches y remontadas europeas si el Madrid quiere seguir su camino a la tan ansiada décima. Es complicado pero no imposible.