Inicio José M. Ríos ¡Niño! Deja ya de ‘joder’ con la pelota

¡Niño! Deja ya de ‘joder’ con la pelota

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La debacle acaecida en la ida de las semifinales de la Champions League esta semana ha sido estrepitosa. Ha dejado rastro de equipos sin actitud, los grandes de España, y así lo hicieron saber sobre el propio césped del Signal Iduna Park de Dortmund (antiguo Westfalenstadion) el central internacional Sergio Ramos y negro sobre blanco en su opinión el maestro Oliver. Viendo el partido del FC Barcelona (y no menos en el del Madrid) sentí cierta impotencia, pero no por el resultado, al fin y al cabo unos ciclos terminan y otros ni empiezan. Sentí la necesidad, después de observar alguna que otra acción de los encuentros, de sentarme frente al ordenador y experimenté cierta vergüenza ajena cuando los jugadores profesionales, que son el espejo donde se quieren reflejar nuestros hijos, poseen ciertas debilidades y no técnicas sino más bien éticas…

Para encuadrar el suceso que quería contar me vino a la cabeza el ilustre Joan Manuel Serrat, por lo que de Barcelonista posee. Capaz éste de cantar al Mediterráneo, por Machado e incluso, como culé reconocido, de entonar el himno del Barça desde el centro del Camp Nou. Admiro mucho al Nano. Una de mis  canciones preferidas viene que ni pintada para explicar la opinión que hoy me toca: “Esos Locos Bajitos”. Sin duda, es una canción emocionante donde las haya y cualquiera que tenga algún que otro vástago, no puede reprimir tan emocionantes versos del maestro catalán que describe la realidad de la vida en lo que a padres e hijos se refiere. Cierto es que esos locos bajitos (Messi, Xavi, Iniesta, Pedro, entre otros…) “a menudo se nos parecen”, como dice Joan Manuel en la primera estrofa de su canción. Ni que decir tiene que el “modelo Barça” posee una identidad reconocida, eso es indudable, por eso “nos dan la primera satisfacción”, “esos que se menean con nuestros gestos”, “echando mano a cuanto hay a nuestro alrededor”. Estas increíbles frases de la melodía examinada no llevan más que a plantearnos la excelencia de equipo azulgrana durante cinco años, títulos, títulos y más títulos, llevando un modelo de caballerosidad hasta sus últimas consecuencias; nadie metía los codos, no se proferían insultos. Alves no daba patadas e incluso nadie hablaba de los árbitros. Pero todo cambió, a raíz de la pasada liga y, sobre todo, en el partido del pasado martes cuando la apisonadora germana del Bayern, les pasó absolutamente por encima. Quizá la frase más mítica de la canción del cantautor catalán es aquella que dice “Niño, deja ya de joder con la pelota”, entendiendo desde el espíritu de la metáfora, la acción en la que, más producto de la obcecación y la impotencia, Jordi Alba (uno de esos locos bajitos…) le golpeó, con absoluta intención a Robben, costándole la tarjeta amarilla. En las imágenes de televisión, el lateral izquierdo del Barcelona insulta al interior holandés (una reencarnación futbolística de la “saeta rubia”, pues estaba en todos sitios del campo, y de la “galerna del cantábrico” ya que lo corría todo y a una velocidad encomiable). Sin lugar a dudas, y ya más que referido el asunto en todos los medios de comunicación, la tarjeta debería haber sido de color encarnado puesto que la intención es clara y la intención es de dañar. No me vale el argumento de la obcecación y no vale puesto que en una imagen muy reiterada en televisión en los últimos tiempos se observa como el señor Mourinho, también muy ofuscado, coge un balón y lo golpea contra la puerta de entrada al vestuario. Puede existir arrebato u obcecación que no puede ser la patente de corso de un futbolista internacional y además campeón del mundo. Junto a la amonestación deportiva, también debe aplicarse, en caso de no observar los criterios de primera asistencia facultativa y tratamiento médico o quirúrgico, el art. 617.2 CP, esto es, una falta de maltrato de obra sin lesión pues como tradicionalmente ha ocurrido en nuestro derecho, no va a requerir ningún tipo de menoscabo, ni, por tanto, un resultado material. El hecho de imputar al futbolista por la vía penal, no es óbice para asustarse ni escandalizarse por aplicar la consecuencia jurídica de localización permanente de dos a seis días o de multa de 10 a 30 días. El deporte en general y el fútbol en particular, deben estar incrustados en la sociedad y no me vale amparar tales conductas (que no por más suaves dejan de ser violentas, en lo ético y en lo jurídico) en los ámbitos del riesgo permitido en el deporte o en la adecuación social del mismo. Los aspectos preventivos deben ser lo prioritario, hay que saber que el deporte es un reflejo de la sociedad y si se castiga en una hay que castigar en el otro, no puede haber un doble rasero a la hora de la intervención jurídica y, menos aún solo solventar las cuestiones en el ámbito de lo administrativo deportivo cuanto también se conculcan bienes jurídicos de orden constitucional aunque bajo el manto del deporte.

Pero si se me permite seguir tarareando la melodía de Serrat, “nada ni nadie puede impedir que sufran”, puesto que el Barça sufrió y mucho ante el equipo de Heynkes (grandísimo entrenador, un auténtico señor, que no le mete el dedo en el ojo a nadie, que tiene amigos en Bilbao, le gusta Tenerife, sabe castellano y, como quien no quiere la cosa, tiene en su curriculum una Copa de Europa con el Real Madrid: blanco y en botella…), “que las agujas avancen en el reloj”, en lo que a determinados jugadores se refiere ya no están ni finos ni frescos (Xavi Hernández) e incluso algunos, titanes muy lesionados, más para el Barcelona de veteranos que para el primer equipo (Pujol), “que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que algún día nos digan adiós”, puesto que creo que nos estamos despidiendo de un gran fútbol club Barcelona aunque su futuro es incierto, pues la generación que viene no es ni de lejos la de los “locos bajitos”, no se sabe como va a ser el porvenir.

Mi última reflexión es para Alba, entendiendo que no hay que tener calentones, que si se tiene vengan en forma de goles y, por supuesto que deportista se es en la victoria, pero mucho más en la derrota; por ello, le digo al bueno de Jordi, utilizando de nuevo a mi querido Serrat, que “niño, deja ya de joder con la pelota, niño, que eso no se hace, que eso no se dice, que eso no se toca…”.