Palabra de Fútbol se hacía eco hace escasos días de la crucial tesitura a la que se enfrentaba el fútbol escocés respecto a su futuro inmediato: la remodelación de su actual sistema competitivo (regido por dos organizaciones independientes y establecido en cuatro divisiones) por uno común estructurado en tres ligas de 12, 12 y 18 equipos. Un proceso de más de un año de deliberaciones cuya resolución ha sorprendido a la amplia mayoría de sus protagonistas. No habrá cambio. Muchos perjudicados y un histórico e influyente beneficiario.
Con la rutilante cifra de 54 Scottish Premier labrados en un palmarés doméstico sin parangón, el Glasgow Rangers fue descendido la temporada pasada por un fraude fiscal que le empujó a una desorbitada deuda de 200 millones de libras. Una nefasta gestión llevada a cabo entre los años 2000 al 2011 y que desembocó en un descenso sin precedentes a la cuarta división escocesa (SFL3). Desaparición y refundación de por medio, el nuevo Rangers Football Club ha arrasado en su liga ganándose el derecho a jugar en la SPL2 la próxima temporada…Derecho que se hubiera quedado en nada de haber salido adelante la reestructuración del actual sistema organizativo.
Aliados en la causa.
Los reyes de Escocia hubieran permanecido en la última categoría de las tres en las que debía regirse el nuevo organigrama, inaceptable e injusto a sus ojos. Una mayoría de 11 a 1 entre los miembros de la Scottish Premier League (SPL) era óbice para dar luz verde al asunto (requerido era también el consenso en la Scottish Football League). No obstante y contra pronóstico, las negativas de Saint Mirren y Ross County han dejado en papel mojado meses de negociación. Los Rangers, por tanto, respiran, quizás, a costa del resto del fútbol escocés.
Coronado el Celtic de Glasgow, campeón sin oposición la pasada semana, parece que el gran derbi escocés por excelencia está algo más cerca. Ahora bien, calibrar las repercusiones de ello sólo el tiempo permitirá hacerlo.
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