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Morir en la orilla

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El Madrid nadó anoche con fuerza pero se quedó parado cuando veía muy cerquita la arena de la playa. Le faltó una brazada. Un pataleo más.

Pero realmente, el problema es que el Madrid ya venía desangrado  por las heridas del tiburón Lewandowski en la ida. El polaco sí fue capaz de morder tres veces en pocos minutos al nadador blanco. Justo lo que pudo hacer el Madrid en los primeros quince minutos de partido. He ahí la diferencia. Morder y matar o morder y herir. El Madrid, herido de muerte, respondió con dos mordiscos insuficientes. La presa se fue viva hacia el Támesis.

Leo en las redes sociales las opiniones de muchos madridistas orgullosos de su equipo. No les quito la razón, pueden estarlo. Pero creo que no es ese el principal sentimiento que debe quedar. A una plantilla como la del Madrid hay que exigirla más. Este año de Champions ha sido más decepcionante que el anterior para el Real Madrid. El equipo dirigido por Mourinho no ha sido tan fuerte como el año pasado, no ha dado la sensación de ser un claro candidato a ganar la competición. La única victoria prestigiosa fue la de Old Trafford, y con un jugador más.

El Madrid “tiró” la Liga en Septiembre y en esa travesía en el desierto de la competición española pudo permitirse el lujo de dar descanso a jugadores tocados como Xabi Alonso e incluso a Cristiano Ronaldo. Algo que no sucedería si el Madrid se estuviera jugando la Liga. Incluso con rotaciones, con titulares descansados, los blancos no tuvieron la energía suficiente para la batalla de la ida en Dortmund. Allí se dilapidó todo.

Ahora sólo les queda la Copa. Una hipotética victoria en la finalísima contra el Atleti  no sería suficiente para justificar esta temporada. Serviría, eso sí, para ver la foto de Mou “manteado” en su más que posible despedida.

Porque el portugués ya dijo el año pasado al caer contra el Bayern que seguiría, y este año ha vuelto a utilizar el mismo contexto y escenario para “insinuar” que se va.

La patata caliente está ahora en manos de los que volverán a mandar en la Casa Blanca. Nuevo entrenador, nuevo proyecto y nuevos fichajes para que el nadador blanco no vuelva a morir en la orilla. Aunque todo esto puede cambiar si el portugués decide quedarse… ¿se imaginan? Mou es capaz de cualquier cosa. Es otro tiburón.