La última derrota del Barça se puede explicar de muchas maneras o se puede razonar, si se quiere, a partir de la ausencia de Messi. No contar con el mejor jugador del mundo -argumento más repetido- lastra mucho. Sin embargo es alarmante que, un puñado de grandísimos jugadores circularan erráticos y sin respuesta ante el Bayern. Lo dije tras la eliminación del PSG: si el Barcelona necesita a Messi lesionado para eliminar a los franceses, tiene un problema. El problema ha respondido al nombre de Bayern pero, visto lo visto, cualquier equipo hubiera comprometido a este Barcelona.
Lo pasado, pasado está, pero una derrota de este calibre no se debe explicar solo a partir de la ausencia del crak. Messi no se puede clonar y el Barça debe seguir respondiendo cuando falta el argentino. El historial obliga. Es peligroso que toda una institución penda de ese hilo. Alguien debe dotar al equipo de las soluciones necesarias para evitar cosas como la que hemos visto en esta pasada eliminatoria. Se puede perder, pero no se puede dar la sensación de que ganar era una quimera. Me pareció cruel ver cómo los alemanes volvían a “torear” al Barcelona, esta vez ante su público. La remontada era difícil pero rápidamente se vio lo peor, era imposible.
Hoy, como ayer, hay una España que se alegra del mal de la otra. Es triste. Los complejos restan, no ayudan a nadie, son una demostración de miedo y debilidad. Lo que le pasó al Real Madrid y lo que le pasó al FC Barcelona es malo para la Liga. Dicho esto, los alemanes demostraron un poderío al que hay que rendirse. Con perspectiva me parecen todavía más invencibles. Mejores. Solo cabe felicitarles y quitarse el sombrero para reconocer, especialmente, a su entrenador. Fútbol total, fútbol dinámico y físico, cuando físico es un elogio. Resumiendo la gozada, ahora, es ver jugar al Bayern. No sé si esta eliminatoria marca un fin de ciclo lo que representa, seguro, es el final de un gran suplicio para el FC Barcelona y un tiempo de reflexión. Dramas no pero medias tintas tampoco.
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