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El prejuicio de la autocomplacencia frente a la motivación y la paciencia

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efe mou-simeoneImagen: EFE.

En esas charlas de vida que muchas veces mantengo con mis alumnos, alejadas de los libros de texto y de las pantallas de ordenador, y que forman parte de mi programación de cultura para la vida, les hablo de estilos y formas de actuar, de realidades y modelos, de motivaciones y deseos, de valores y de ejemplos, de actitudes y comportamientos. Y preparando mi próxima clase se me ocurrió hacerles una comparativa entre los prejuicios de la autocomplacencia y la motivación y la paciencia.

Y para ello partiré de un planteamiento fundamentado y basado en la objetividad y en la frialdad del día después  de lo ocurrido y vivido en esa gran fiesta final de curso del fútbol español, la final de la Copa del Rey; sin ánimo de caer en una subjetividad dañina y caliente de ataque a algún personaje futbolístico que, dicho sea de paso, no me cae nada bien.

En un lado del campo los prejuicios de la autocomplacencia hacen que la victoria y el éxito se fundamenten en factores internos, lo que yo denomino la fuerza del yo (he planteado bien el partido, he acertado en la alineación, he preparado el partido a conciencia); sin embargo, la derrota y el fracaso se justifican desde factores externos (el árbitro ha cometido muchos errores, la suerte no ha acompañado, con  tres tiros  al palo…). Se justifica el comportamiento desde el triunfo ha sido gracias a mí. En la derrota no he tenido la culpa. Aquello de “mamá, papá,…he aprobado el examen” (yo), frente a “mamá, papá…el maestro me ha suspendido el examen” (el otro).  En el otro lado del campo, la motivación y la paciencia. Mantener la mejor conducta para alcanzar el objetivo. Si a la motivación le añado los ingredientes de la voluntad, la perseverancia, el trabajo, la paciencia y una pizca de suerte, las posibilidades de triunfo se elevan. Aquello de “hemos mantenido una buena motivación, hemos hecho un buen trabajo, hemos tenido paciencia para esperar nuestro momento, y al final nos ha acompañado la suerte”,  lo que yo denomino la fuerza del nosotros.

La Copa del Rey fue el lugar donde la victoria y la derrota, el éxito y el fracaso, el ego del prejucio autocomplaciente y el del motivante y paciente puso a cada uno en su sitio. Mourinho, Simeone. Simeone, Mourinho. El bendito deporte del fútbol es capaz de ofrecernos una filosofía y psicología ejemplarizante que sitúa a cada cual en el lugar que le corresponde. Que cada cual saque sus propias conclusiones y coloque a cada uno de ellos en estos tipos de metodología psicológica aplicada al fútbol.

Dos formas de entender la vida, dos conceptos para transmitir el espíritu del deporte, dos estilos para justificar el ego personal, dos principios para hacer frente al éxito y al fracaso. Mis alumnos lo verán claro. ¿Y tú?. Seguro que también. ¡Palabra de fútbol!