Inicio José M. Ríos Ensañamiento Post Mortem

Ensañamiento Post Mortem

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capinCada vez estoy más hastiado de la “sociedad” que rodea al fútbol. Hace unos días desayunamos con el último incidente que genera el desvalor de un universo, como el deportivo, que en lugar de dar más alegrías al ser humano empieza a pervertir dicha situación.

El anexo del campo jerezano de Chapín amaneció como si de un cementerio se tratase. Así, se podían observar cruces clavadas con los nombres de los jugadores del Jerez e incluso apareció una pintada sobre las pistas de atletismo dirigida a los jugadores en la que se podía leer: “con vuestras primas pagareis vuestros ataúdes”.

Si lugar a dudas, existe muy mal ambiente en el jerecismo, el equipo se encuentra descendido matemáticamente a 2ªB, basado en una crisis, social, deportiva y económica. Todo ello ha fundamentado un acto de protesta protagonizado por algunos desconocidos (hoy como sinónimo de cobardes) quienes han formulado una hipótesis fúnebre de la entidad azulina. Pero a mi entender, y con cierto dolor de mi corazón puesto que mi vida laboral transcurre en la ciudad del arte ecuestre por excelencia, tengo que afirmar que el Jerez está “muerto”, si se me permite la expresión. Estos desalmados que han vuelto a ensuciar el nombre del jerecismo y del fair play, han pretendido hacer daño, pero ya no al equipo en particular, sino al universo futbolístico, en general. Pero el sufrimiento del equipo jerezano no puede incrementarse más. Es el propio club el que se ha auto inmolado. Van empezando a quedar lejos aquellos años de gloria cuando la escuadra azulina se enfrentaba a los grandes clubes de la liga española y se veían en el tapiz verde de Chapín a los Messi, Ronaldo, Ramos, Xavi, Casillas, Iniesta y todos aquellos gigantes futbolísticos que nos endulzan la vida cada fin de semana. En todo este devenir de acontecimientos, hubo cierto hálito de honestidad y buen hacer encarnado en la figura del otrora presidente, Antonio Millán, que quiso, pero no pudo, poner cierto rayo de esperanza entre las huestes jerecistas; está claro que ya el equipo estaba en la UVI y el bueno de D. Antonio, doctor y de los buenos, pero no de los que pueden salvar vidas, y menos del ya un maltrecho Jerez Deportivo. Pero, hay que subrayar que no toda la culpa de esta bazofia, violenta y corrupta en que se está convirtiendo el fútbol, tiene como protagonista a sus actores, esto es, los dirigentes, jugadores, técnicos; que va, ellos tienen su parte de culpa y, por supuesto, algunos cometen ilegalidades, pero una parte que también tiene su responsabilidad de ese declive de valores deportivos es gran parte de los aficionados que creen que el “abono”, o el mero hecho de ser socio del club o que poseen fotos de cuando eran pequeños vestidos con los colores de sus instituciones, les otorga “licencia para matar” como si de James Bond, se tratara.

El autor Eduardo Galeano habla de “El pecado de perder” (El fútbol a sol y a sombra, Madrid, 2010), indicando, muy literariamente, que “el fútbol eleva a sus divinidades y las expone a la venganza de los creyentes”, entendiendo que “somos porque ganamos. Si perdemos, dejamos de ser”, por lo que queda claro, que el ser humano traslada al fútbol una máxima vital: “en el fútbol, como en todo lo demás en la vida, está prohibido perder”, y es que el fútbol no se encuentra condenado a generar violencia, pese a que a veces el ser humano utiliza ésta como válvula de desahogo, por lo que debemos erradicar este tipo de conductas que lo único que posibilitan, negativamente es que se observe una panorámica muy, pero que muy negativa, del deporte rey.

Eso es lo que acaba de ocurrir en Jerez, que un sector de los aficionados, más propios de vivir en la sabana africana ( y, por Dios, que me perdonen los leones, tigres, jirafas y resto del libro de la selva; que no se sientan ofendidos…) que en la capital de la vinicultura mundial. Desde mi atalaya de opinión, fundamentándome en el Derecho penal español, permítame el lector que traiga a colación la figura del enseñamiento. Éste viene a significar una circunstancia agravante que consiste en ocasionar intencionalmente a la víctima un sufrimiento mayor que el que es necesario para cometer un delito. Por tanto, se caracteriza por ser el aumento deliberado e inhumano del dolor causado al sujeto pasivo; así, se puede distinguir en este, la efectiva causación de unos males innecesarios, o sea, la consecución de éstos, o sea, aquellos resultados de la acción que no sean necesarios para la finalidad perseguida por el autor y, por otro lado, que el autor asume claramente el hecho de que dicha conducta es innecesaria por el carácter deliberado de su exceso; traducido al castellano, quiere decir que la actividad ilícita que se desarrolla ya no persigue la realización del delito sino que persigue el aumento del dolor causado con actos innecesarios a la ejecución de la conducta delictiva; pero aunque esto era lo que pretendían los turbados aficionados que han sembrado de cruces el anexo a Chapín, el Derecho penal modula una variante del enseñamiento sobre un cadáver, el intitulado “post mortem”, sugiriendo que este aspecto queda excluido del concepto legal de ensañamiento puesto que, alejandonos de la definición jurídica expuesta, a un muerto ya no hay más dolor que aumentarle. Por ello, hice la precisión de que no se le podía ocasionar más dolor al Jerez deportivo, en este caso el ensañamiento frente a los “restos” ya no es valorable.

Tanto la Liga de Fútbol Profesional (LFP) como la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) han mostrado su malestar y han condenado cualquier tipo de violencia e intimidación frente a los jugadores del Jerez, advirtiendo que no se deben consentir las amenazas y que éstas deben ser perseguidas. Llevan razón ambas instituciones, se trata de admoniciones ilícitas y aquí no hay deporte que ampare dicha ilicitud jurídico-penal, todo lo contrario, este es un delito de la sociedad de a pie y, por tanto, debe ser perseguida por los tribunales ordinarios. Concretamente, se trata de amenazas constitutivas de delito pero no condicionales. Este tipo de delito se conforma cuando se da a entender a otro con actos o palabras que se le quiere hacer algún mal, como es el caso examinado, si bien el art. 169.2 CP indica que este tipo, las constitutivas de delito, que amenazan con matar, no necesitan ningún tipo de condición para su realización y, por ello, se les condenará a una pena de prisión de seis meses a dos años, porque aquí se protege el sentimiento de seguridad y tranquilidad del sujeto pasivo más que el hecho de la formación de la voluntad como es en el resto de los delitos contra la libertad de carácter general.

Esta claro que acontecimientos como estos no ayudan al planeta fútbol, y desde luego, enfría mi pasión por el balompié. No me gusta lo que veo. En mis colaboraciones, el lector puede entrever los problemas que se desatan en el fútbol, amaños, violencia, fraude, falta de ética, de juego limpio y un sinfín de realidades que acucian al deporte, en general y al juego del balón, en particular. Tengo que estar de acuerdo con mi admirado John Carlin, desde su corner inglés, cuando escribe sobre una transformación vital en cuanto a la visión del fútbol pues de un hincha particular de unos colores (Manchester United) declaró haber pasado a ser uno global de la excelencia del propio balompié. Ya no hay que fijarse en escudos, ni tradiciones, ni determinaciones impuestas por nuestras relaciones sociales, de lo que se trata es de aprovechar los valores que nos da el deporte y, en este caso concreto, el fútbol; la excelencia del Barcelona, la garra del Madrid, el poderío del Bayern, el desparpajo del Borussia y tantas y tantas cosas que nos aporta nuestro deporte. Por ello, basta ya de sentimentalismos y disfrutemos de todo lo que rodea al balón, la nobleza, el juego limpio, la fuerza, la caballerosidad, el espectáculo, a mi entender, el “mayor del mundo”, al que debemos convertir en un “circo” del fair play, y de la pasión por la pelota y por todo lo que la rodea.

Para dignificar nuestro deporte tan sólo nos queda lo que nos proponía Alejandro Dumas al determinar las claves básicas de la sabiduría humana: esperar y esperanza.

A partir de hoy, ya no soy un hincha de cuna,  sólo soy un amante del fútbol global, fiel a mis ideas estéticas, esto es, un futbolero…