Inicio José M. Ríos El fútbol del horror: goles y tortura

El fútbol del horror: goles y tortura

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Mario Kempes of Argentina celebrates scoring a goalHoy ha sido el día. Muchas personas en el mundo y, particularmente, el pueblo argentino, en su mayoría, deseaba que ocurriera lo que hace unos días. Ha muerto Videla. ¡¡¡El gran dictador¡¡¡. La verdad es que lo primero que te pide el cuerpo es alegrarte pero quizá lleve más razón el premio nobel de la paz, por su lucha contra la dictadura, Adolfo Pérez Esquivel, quien ha subrayado que recibió el premio por su lucha contra la última dictadura de su país (1976-1983). Opinó que el general fue “un hombre que ha pasado por la vida haciendo mucho daño y ha traicionado los valores de todo un país», pero aclaró que su muerte “no debe alegrar a nadie” porque consideró que sus compatriotas deben “seguir trabajando por una sociedad mejor, más justa, más humana, para que todo ese horror no vuelva a ocurrir nunca más«. Por su parte, la presidenta de las abuelas de la plaza de mayo, Estela Di Carlotto, ha dicho que “Me quedo tranquila de que un ser despreciable ha dejado este mundo”, “este hombre malo nunca se arrepintió y reivindicó todos sus delitos”.

Estos dos testimonios son los más suaves que citaré. Pero el lector de “Palabra de fútbol” se preguntará qué hace un tipo como yo, profesor de Universidad y amante del balompié, en esta guerra. Pues comienzo mi relato: Tuve la suerte de conseguir una beca de investigación para la Universidad de Buenos Aires en 2009, donde impartí un curso sobre Derecho penal del Deporte, durando la estancia en el país gaucho aproximadamente un mes. Allí me sedujo todo lo que me ocurrió. Hice mi trabajo, pero me imbuí en la ciudad bonaerense, incrustándome entre sus gentes, haciendo turismo deportivo (conocí el cilindro de Avellaneda, el estadio de Boca Juniors e incluso el Monumental de River). Una de las anécdotas que pude vivir lo hice porque personificaba las clases que daba en mi universidad. Cayó en mis manos un documental llamado “goles y tortura”, que relataba la situación que se vivió durante el mundial 78 y fue la tapadera de un quinquenio de terror en el que desaparecieron unas 30.000 personas, mártires de un pueblo, que creyó tener el mejor equipo de aquel evento.

Uno de los momentos más emotivos de mi viaje tuvo lugar cuando un jueves me dirigí a la plaza de mayo para conocer aquella tradición de las madres de reclamar la ausencia de sus hijos, semana tras semana. Fue una experiencia única y muy dura. Volví al siguiente jueves y paseé por aquella plaza bañada de rosa donde me puse junto a mi amiga, la abuela que conocí la semana anterior y fue en aquel momento en el que le prometí que, una vez al año en mis clases, pondría el documental de tortura, que me acordaría de ella y llevaría a las nuevas generaciones de alumnos a las que formo, aquella historia para que no quedara en el olvido esta tragedia.

Hay que decir que Videla da el golpe de Estado en 1976. De aquel aciago bienio hasta que se celebró el campeonato mundial de fútbol, el único objetivo de la Junta Militar era torturar y eliminar todo lo que oliera a comunista en el país. Eso sí, todo el mundo sabía que el “flaco” Menotti, líder indiscutible de la albiceleste, estaba afiliado a dicho partido y, sin embargo, como con él estaba el éxito asegurado, Videla y sus secuaces le daban abrazos y tragaban las tácticas del preparador argentino mientras el general arengaba a los jugadores como si de sus tropas se tratara.

Entre las curiosidades de la época cabe destacar que el jefe del ejército argentino y líder de la nación condecoró a Havelange en la ceremonia de la inauguración, en el Estadio Monumental de Núñez. Estuve allí. Fue impresionante ver un River Plate frente a Estudiantes de la Plata, días antes de que los “pincha ratas” (de Sabella, Verón y Bilardo) ganaran la Intercontinental al Cruceiro brasileño; en aquel momento, veía una visión retrospectiva de la tribuna, y tres décadas después, idealizaba aquellas imágenes en las que Videla entregaba la Copa Mundial al capitán Pasarella, tras haber ganado la final a la naranja mecánica holandesa por tres uno, donde destacó el que a la postre sería el máximo goleador del mundial, el “matador” Mario Alberto Kempes. Hice, reconstruyendo la tragedia, el camino hacia el centro de la ciudad. A menos de un kilómetro del estadio se encuentra la “casa del horror”, el centro de tortura de la Esma (Escuela de Mecánica de la Armada), el Auschwitz argentino en el que mientras los aficionados gritaban los goles de su selección, otros gritaban por ser torturados, sujetos que poseían la calificación de “desaparecidos”. Para no perder la línea de mi “estrado” de opinión le diré al leyente que la tortura es todo acto por el cual se inflijan intencionadamente a una persona, dolores o sufrimientos graves, con el fin de obtener de ella o de un tercero, información o una confesión, con el fin de castigarla por un acto que haya cometido, o también para intimidar o coaccionar a esa persona o a otros, imponiéndole la pena, preceptuada en el art. 174 CP, de prisión de dos a seis años si el atentado fuera grave y de prisión de una a tres años si no lo es; en el caso de que la tortura  no sea para indagar, sino que el menoscabo se haga de manera gratuita será de prisión de dos a cuatro años si el atentado fuera grave y de prisión de seis meses a dos años si lo es.

Pero en la época del Ente Autárquico del Mundial 78, manejado por los militares, también hubo una sombra de sospecha de amaño de partidos, esto es, de corrupción en el deporte. La clasificación de la albiceleste para la final del Mundial dependía de su victoria ante Perú para el que necesitaba más de dos goles y, sin embargo, marcó seis a cero con lo que la goleada llenó de dudas a los malpensados, pero también a los bienpensados, ya que la selección peruana fue apedreada al llegar a Lima. Así, en el tiempo, se ha demostrado que Videla bajó inusualmente al vestuario peruano antes de iniciarse el partido, se le condonó una deuda externa al país, se le entregó una ingente cantidad de trigo a fondo perdido e incluso el central marcador de la época Rudulfo Manso fue firmado a los pocos días por Velez Sarfield. En definitiva, que la sombra de sospecha de amaño circuló por todo el mundo. Videla se salió con la suya pero le hizo un flaco favor a su selección pues la que a mi juicio era una grandísima selección, capaz de ser campeona por si misma, con aquellos magníficos jugadores como el “pato” Fillol, Olguín, Pasarella, Luque, Bertoni y Kempes, que encarnaban la idiosincrasia del jugador argentino: fuerza, calidad y, sobre todo, competitividad; todo ello conforma la denominación de origen de los jugadores porteños. Hoy día, como se sabe, la corrupción en el deporte comienza a ser muy castigada y en los finales de liga suele ser el “pan de cada día”. En este sentido, el Código Penal español en su art. 286 bis. 4 indica que los directivos, administradores, empleados o colaboradores de una entidad deportiva, cualquiera que sea la forma jurídica de ésta, así como a los deportistas, árbitros o jueces, respecto de aquellas conductas que tengan por finalidad predeterminar o alterar de manera deliberada y fraudulenta el resultado de una prueba, encuentro o competición deportiva profesionales, imponiéndose como pena la de prisión de seis meses a cuatro años, inhabilitación especial para el ejercicio de industria o comercio por tiempo de uno a seis años y multa del tanto al triplo del valor del beneficio o ventaja.

Dicho lo anterior, queda decir que el dictador Videla ha muerto a los 87 años en prisión condenado por delitos de lesa humanidad. Hay que señalar que estos delitos no prescriben nunca debido a que pertenecen a ese selecto grupo de ilícitos muy protegidos por el principio de justicia universal, que aparece en el art. 23 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y que entiende que éstos pueden perseguirse en cualquier país aunque se hayan realizado en un estado diferente.

El fútbol ha de unir siempre. Los valores, la importancia y la globalidad del mismo, nunca deberían utilizarse para tapar la realidad de aquellos tristes años en los que se perseguía al ser humano por motivos políticos, por pensar, que quizá es la máxima vejación de un ser humano; es más, en ningún caso en la Argentina de Videla no se respetaron los Derechos humanos. Espero que no haya Hitlers, Musolinis, Somozas, Pinochets, etc., y, sin embargo, abogo por un mundo más de personajes que “dicten” en el campo el buen juego, Messis, Ronaldos, Neymars, Bales o incluso cualquier jugador con menor calidad, pero que cumpla con la honestidad y con los valores del deporte que están muy pero que muy alejados de la guerra, lo dictatorial, lo totalitario o de los fascismos, favoreciendo los derechos humanos. Utilicemos el fútbol como vehículo de unión entre los pueblos y como “arma” arrojadiza contra la intolerancia, la discriminación y, sobre todo, frente a la violencia que, a mi juicio, y si me permiten los miembros de la Real Academia Española de la Lengua, hoy lo utilizo como antónimo.

Querida abuela de la plaza de mayo, querida amiga, un día más me acuerdo de usted, fue increíble que paseáramos y hablásemos frente a la Casa Rosada; no sé si algún día recuperarán a sus seres queridos, si volverá la sonrisa a su cara, pero yo he vuelto hoy, en Palabra de Fútbol, a cumplir mi promesa…