Inicio Opinión Belarmino Ballesteros El fútbol de patio de colegio

El fútbol de patio de colegio

Compartir

Mañanas y tardes de sol. Mañanas y tardes de lluvia. Días de calor. Días de frío. Pelotas de cuero, de goma, de papel, latas. Cualquier objeto servía para jugar un partido. Varios equipos mezclados, de todos los cursos y edades, jugando dos, tres o más partidos a la vez en menos de 800 m2. Con porterías, sin porterías. Mayores y pequeños. Buenos y malos.

Hoy se ha jugado la final del campeonato de F5 en mi instituto. Aprovechando tal acontecimiento (para nosotros lo es), quiero rendirle un homenaje al fútbol de patio de colegio. Ese fútbol de sol, de lluvia, de calor, de frío, de amigos, de compañeros, de abrazos, de enfados y peleas “sanas”, de niñez y adolescencia. Ese fútbol de verdad nacido desde la anarquía del fútbol. Ese fútbol de jugadores desconocidos que, un buen día, por su talento, su inteligencia y su suerte (aunque yo no creo en la suerte, sólo creo en el trabajo), dieron el salto y se convirtieron en jugadores conocidos. Ese fútbol de cracks  que maravillaban a todos y que nunca llegaron a ser conocidos. Ese fútbol que se jugaba a cualquier hora (antes de entrar a las ocho de la mañana, durante los recreos, después de comer -sin hacer ni la digestión- y después de las clases de tarde, mientras las madres esperaban con la merienda preparada y que casi tenían que juntar con la cena). Ese fútbol de horas y horas, en los que el sol se abrazaba con la luna. Mi buen amigo Adolfo Aldana (exjugador del Real Madrid, Deportivo y Español, además de internacional absoluto con España) puede dar fe de ello. Y yo puedo dar fe de lo que él hacía con la pelota, con cualquier pelota. Maravillas.

Me sienta mal, muy mal, cuando algunos comentaristas dicen: “parece un partido de patio de colegio”. En el patio de colegio la libertad, el talento y la creatividad del pequeño o del joven vio nacer y crecer las auténticas diabluras que se podían hacer con el balón (regates increíbles, goles imposibles, remates galácticos…) e incluso se “organizaba la anarquía del equipo” con tal de conseguir la victoria. El fútbol de patio de colegio ha sido siempre un lugar de encuentro, de alegrías, de tristezas, un lugar donde todos nos sentíamos cerca de nuestros ídolos de la infancia y de la juventud porque todos queríamos ser Gárate, Cruyff, Santillana, Juanito, Ronaldo, Zidane, Iniesta, Casillas, Messi o Cristiano.

Acaba el campeonato de mi instituto y rindo homenaje a todos los que han hecho, hacen o harán posible, que el fútbol de colegio viva y continúe ayudando a formar a pequeños y jóvenes en esa escuela de valores que el deporte del fútbol alumbra. En especial, rindo homenaje a los maestros y niños que lo hacéis realidad. No perdáis nunca esa ilusión.

Nosotros jugamos por el fútbol y la paz (nuestro proyecto Escuela espacio de paz así lo contempla), buscamos el camino de la paz a través del fútbol. Y con el fútbol y la paz queremos sentirnos siempre vencedores. ¡Gracias a este fútbol!. Larga vida.