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La Cosa Nostra

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efe infamiaHemos llegado al final de la liga y, como cada año, vuelve la tragedia: la sombra de amaño de partidos, un cáncer que dura año tras año conformando una enfermedad grave con padecimientos incurables como son las “lágrimas deportivas” que salen de los ojos de nuestro fútbol.

Sin lugar a dudas, este tramo final de la competición hace aparecer la “Cosa Nostra” de la criminalidad deportiva. Si se me permite, pongo al lector en antecedentes: el origen de la delincuencia organizada viene determinado por la acuñación del término italiano precitado en EE.UU. A comienzos del siglo XX, aludiendo a la mafia transalpina y la mayor organización del hampa que se exhibía en aquella época, un organismo muy rígido de disciplina estricta, que se entendía como una “cofradía criminal”, y cuyos integrantes, italianos de nacimiento o por origen nacional, controlaban la mayoría  de las actividades delictivas, actuando con la connivencia con otros criminales de diferentes orígenes étnicos. En consecuencia, funcionaba como un cartel criminal que se atenía a su propio cuerpo de “leyes” y de “justicia”, usurpando el poder de los órganos legalmente constituidos.

Pues bien, utilizo el símil de la Cosa Nostra” para denunciar desde este “estrado de la opinión”, las prácticas ilícitas deportivas que acaecen en estos últimos partidos de cada liga desde “illo tempore”, con el ánimo de salvaguardar fundamentalmente los aspectos económicos del negocio del fútbol, que no deja de ser un planeta en el que se siguen “comprando” las ilusiones de la tribu del fútbol.

Jugadores como Adrián Colunga han declarado que los amaños llevan existiendo desde siempre. El que diga lo contrario miente” (“Las cloacas de la Liga”, Diario Marca de 29 de mayo de 2013).

El inicio de la corrupción en esta liga se inició pronto, con el Levante-Deportivo, y es que hay equipos que se llevan la palma de la sospecha como es el equipo valenciano y el Zaragoza, este último presidido por el ínclito Agapito Iglesias. Y en segunda división, el Hércules que otrora también fue nido de sobornos, ejemplificándose en el “caso Brugal”. El precitado partido del Levante-Deportivo ha abierto la caja de los truenos, incluso motivando el hecho de que algunos jugadores que no se atrevan a hablar por teléfono, por miedo a que existan grabaciones, además de que se ha extendido una especie de psicosis entre la gran mayoría de técnicos y de presidentes para cortar cualquier intento de amaño de partidos, circunstancia que se propaga al más puro estilo de Charlton Heston en “Cuando ruge la marabunta”.

Además del partido señalado, origen de la polémica liguera, se ha registrado una circunstancia que empieza a ensombrecer el sistema: se están quitando partidos de las apuestas, el último, el Hércules-Murcia, y lo han hecho en virtud de las solicitudes en masa de los apostantes a un triunfo del conjunto pimentonero. La posibilidad de amaños en nuestros campeonatos de Liga aparece ahora en un partido de la categoría de plata. Muchas casas de apuestas comenzaron la cotización en 3,20 euros por el triunfo del Murcia, pero con el paso de los días se rebajó a 1,75 euros. Esto ha propiciado que se retire el partido. Finalmente, el Real Murcia venció ayer por 0-2 en Alicante, pero el triunfo del Mirandés en Córdoba por 1-2 condena a los pimentoneros a la 2ªB. De todas formas, la posibilidad de que haya un descenso administrativo de algún club hace que quedar el cuarto por la cola sea muy importante.

No es la primera vez que ocurre un caso así,  ya que a falta de 10 jornadas para que acabara la Liga, se suspendió la cotización del Xerez-Hércules en Chapín al detectar elevadas tasas de apuestas en este partido.

Desde luego no han sido los únicos ejemplos en los que se tiene como denominador común las apuestas en el tema de los amaños. Así, cítese un caso más en España, como puede ser el partido que enfrentó al Alavés y al Hércules en la temporada 2008-09 y que concluyó con la victoria de los vascos por 1-0. Este partido fue investigado por la UEFA, que inició el proceso con el ánimo de descubrir el amaño con el peor de los matices posibles, el determinado por el mundo de las apuestas, circunstancia a la que se llegó porque la casa de apuestas miapuesta.com observó muchas alteraciones tanto en el numero de apuestas como en las cantidades jugadas. De esta manera, dicha empresa suspendió las apuestas y denunció la circunstancia ante el máximo organismo rector del fútbol europeo, situación que terminó con la apertura de un expediente por parte del Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol donde se implicó, además de los dos clubes intervinientes, a otros jugadores que realizaron las apuestas, que en este caso concreto llegaron a ser hasta siete.

Pueden citarse otros casos allende de nuestras fronteras como el caso de la Bundesliga, donde los protagonistas fueron una organización criminal croata, la de los hermanos Sapina y un árbitro, Robert Hoyzer, quienes amañaron la friolera cantidad de más de 80 partidos tanto de la liga como de la copa alemana, castigándose estos supuestos en el país germano como delito de estafa. Otro caso es el de la Premier League, donde existe una gran interrelación con el mercado asiático del juego. Así, el evento más conocido es el que protagonizara el portero, otrora del Liverpool, Bruce Glovelar, en los años 90, quien llegó a aseverar que en la Liga británica existían sobornadores asiáticos y hacía mucho hincapié en que se encontraban constituidos como una organización. Al cancerbero africano no se le pudo condenar, ya que la Cámara de los Lores inglesa entendió que el celebérrimo guardameta de los “reds” aceptó haber jugado sucio pero en ningún caso se pudo llegar a demostrar que llegara a hacerlo en la práctica (D. HILL, Juego sucio. Fútbol y crimen organizado, Barcelona, 2010).

Hay que decir que, normalmente, los verdaderos protagonistas en amañar un partido son los futbolistas, ahora bien, de lo que se trata es que esa “mafia deportiva” debe tener un método más o menos característico y que se repite sistemáticamente para entrar en el deporte, no debiendo ser un “efecto llamada” de atención para el aficionado, esto es, que sean fraudes que puedan pasar desapercibidos frente a lo que observa el espectador. El método más utilizado es aquel en el que los sobornadores no hablan directamente con los jugadores, sino que utilizan a runners o recaderos que suelen ser ex futbolistas, éstos conocen a los directivos y al resto de jugadores del equipo, de tal manera que no suelen levantar sospechas, ya que parece que tan solo se encuentran preocupados por la suerte que corra su antiguo equipo, por lo que el encargo de la mafia suele ser hacía ellos. Este tipo de método suele operar con cinco o seis jugadores tramposos dentro del equipo, normalmente, el portero, un defensa, un medio y un delantero, como mínimo, ya que es importante que no sean todos dado que deben existir jugadores en el encuentro que jueguen de verdad al objeto de poder disimular ante el aficionado que ve algunos fallos en el partido pero que no observa el amaño.

Además de este método, también se ha puesto de manifiesto aquél en el que el Presidente del club en cuestión realiza sus artimañas. Bajo ese prisma, puede hablarse del presunto “capo” de este tipo de mafia como es el Presidente del Real Zaragoza (equipo que en los últimos años ha sido objeto de todas las miradas por encontrarse bajo sospecha de amaños) quien ha realizado afirmaciones a la hora de contratar a un entrenador diciéndole que “se preocupe de ganar los primeros partidos del campeonato que de los últimos me encargo yo (“Agapito, bajo sospecha”, Diario Marca, 30 de mayo de 2013). Sin lugar a dudas, el Sr. Iglesias se encuentra siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción, que se encuentra muy cerca de poner nombre y apellidos a más de un responsable de amañar partidos. Pero es que no puede ser de otra manera, según el artículo 83 de la Ley del deporte de 1990, la Fiscalía debe entrar de oficio o incluso a instancia de parte cuando se presuma que existe un acontecimiento delictivo en el ámbito del deporte. Cierto es que el dinero que se juega en este espacio, comienza a entrar en este ámbito de la corrupción en el deporte pero no en el de la violencia del mismo. A la hora de solventar el amaño deportivo, hay que acudir al art. 286 bis. 4 del Código Penal, que conlleva como consecuencia jurídica la prisión de seis meses a cuatro años, junto con la inhabilitación para el ejercicio de industria o comercio por un tiempo de uno a seis años y multa del tanto al triplo del beneficio o ventaja. Ahora bien, es cierto, o al menos eso creo, que el engaño del deportista se podría sancionar mediante el Derecho disciplinario deportivo y alejarlo del espacio del Derecho penal en virtud del Principio non bis in ídem que viene a significar que no puede condenarse por esa doble vía administrativa-deportiva y penal al tener el supuesto la misma identidad de sujeto, de hecho y de fundamento, por lo que se apuntaría el hecho de la sanción de inhabilitación mediante la retirada de la licencia federativa del deportista de manera temporal o definitiva.

Ni que decir tiene que este tipo de supuestos es inherente al fútbol desde sus inicios. La competición, las ligas fuertemente mercantilizadas, la entrada de las sociedades anónimas deportivas, los intereses creados, la consecución de dinero por objetivos, clasificarse para una competición europea, en la que ganar partidos genera ingresos, los ascensos y descensos que generan la posibilidad de emolumentos en virtud de reparto de las ligas, derechos televisivos, etc., hacen que el fútbol, más que un universo de valores y bienestar, sea un ámbito de competencia y dinero que nos aleja de su esencia.

Ojalá pronto nos demos cuenta de lo que necesitamos ese deporte de antaño que nos despierta nuestras más recónditas pasiones y que, como dice mi compañero y sin embargo amigo, Belarmino Ballesteros, volvamos a reivindicar la ilusión de ese fútbol de «patio de colegio».