Inicio José M. Ríos El dedo del flautista

El dedo del flautista

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mourinhoJosé  Manuel Ríos Corbacho.
Profesor Titular de Derecho penal de la Universidad de Cádiz.
Director del Forum de Derecho, Ética y Deporte de la UCA.

Llevaba razón el Maestro Oliver cuando en uno de sus artículos asemejaba a José Mourinho con el flautista de Hamelín… ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?. Pues la llevaba porque, al más puro estilo del personaje inolvidable del cuento infantil, el peculiar técnico manejaba, con una pericia envidiable, el hecho de que las noticias sean las que le interesen en cada momento, llevando igualmente al madridismo de un lado a otro siguiendo la música de su instrumento.

Prueba de ello también se observó en el Chelsea ya que por más que fueran muy sobresalientes sus jugadores, cuando el portugués carraspeaba también lo hacían éstos, si se reía ellos también y en el caso de que levantara una ceja, los blues se asustaban.

Sin lugar a dudas, el entrenador portugués ha marcado una época en el Real Madrid, pero si se me permite, más por lo soez y lo rancio que por las “gestas deportivas del noble y bélico adalid, caballero del honor” como reza la letra del himno merengue, donde ha brillado por su ausencia la ética y mucho más la estética.

No obstante, esto no ha sido únicamente por su participación en el trienio blanco, que va, esto viene de lejos. Mourinho no se ha caracterizado por ser un tipo simpático, ni tierno (no me vale que el lector piense en el día que se subió animosamente a “lomos” de Callejón como si del hipódromo de la Zarzuela se tratara) y mucho menos por hacer un juego de fantasía; ha cogido los equipos a su imagen y semejanza, jugadores veteranos a los que ha exprimido, sacándole el máximo jugo, en los que aparecía orden y fiereza en defensa, verticalidad arrolladora en ataque y los jugadores muy comprometido en todas las acciones del juego; en definitiva, clubes a los que ha dejado como un solar y a los que les cuesta mucho volver a sacar la cabeza en Europa, en general y en sus ligas domésticas, en particular.

El ínclito Mou, como dice el periodista John Carlin, “parecía ser el único personaje en el mundo capaz de ser inmune a los truenos del Olimpo”, alegando el hecho de conquistar la Copa de Europa con el Oporto, otros campeonatos con el Chelsea y dos scudettos con el Inter de Milán, además de la Champions League con el equipo transalpino, aunque preconizaba que pese a “haberle robado a los dioses el secreto del fútbol”, algún día éstos tomarían su venganza (La tribu, Barcelona, 2012).

Ya desde que el “Special one” estuviera en la Premier tripulando la nave del patrono Abramovich se entreveía su carácter antipático y muy contrario a los valores del ciudadano inglés, esto es, el fair play; con todo, de lo que se trata no es de tener unos valores extremos, tan sólo de aplicar el sentido común, apreciando el ser justo, equitativo y decente con el rival. En los años en las islas del portugués, éste ha actuado de manera flagrante, con desprecio, frente a los valores citados y es que su imagen pública, ha estado tildada de engreimiento, interés para consigo mismo sin pensar en el resto de sus compañeros, o sea, creando su propio personaje que estará, desde entonces hasta la fecha, cargado de egocentrismo.

Como muestra un botón. En un incidente ocurrido durante el partido Reading frente al equipo londinense que entrenaba, se produjo un encontronazo entre un delantero del modesto equipo inglés con el portero checo del todopoderoso Chelsea, Petr Cesch, quedando éste último gravemente lesionado con una fractura de cráneo producto del infortunio de un lance del juego y no siendo más que eso para todo el universo de la Liga inglesa; sin embargo, el míster portugués realizó unas declaraciones, entendiendo que lo que se había producido era poco menos que un asesinato, cambiando los requisitos clarísimos de una imprudencia, esto es, la infracción del deber de cuidado, la previsibilidad del resultado y la efectiva producción del resultado por un supuesto donde aparece la alevosía como medio de asegurar el resultado, el hecho de que el delantero cobrara un precio, recompensa o promesa por matar al guardameta o el enseñamiento como modo de realizar padecimientos innecesarios para provocar la muerte, de modo que se produzca la expiración con mucho sufrimiento superfluo (art. 139 CP). Asimismo, por aquellos días, en otras declaraciones, con un tono chulesco y arrogante, y tras perder un encuentro, señaló que “no puedo ganar siempre, cada año, cada semana, aunque si el Chelsea me despide, seguiré siendo millonario… tengo una familia feliz, tengo muchos amigos”.

El triplete del Inter bajo su dirección generó un personaje más tranquilo y humano como pudo verse en aquellas imágenes que dieron la vuelta al mundo en su despedida, cuando al salir de San Siro se abrazo al no menos conspicuo Materazzi (más famoso por el incidente del cabezazo de Zidane que por su exquisito fútbol) llorando desconsoladamente.

Ya en el Real Madrid, volvió la peor versión de Mourinho. A mi entender, tres han sido los graves errores de José en su periplo español: el primero, la desgraciada imagen en la semifinal de la Champions de hace tres temporadas frente al eterno rival, el Barcelona de Guardiola, en la que ofreció una paupérrima apariencia, jamás vista en el Bernabeu, en el que el equipo blanco no pasó de su propio campo, esperando un exiguo contraataque que nunca llegaría; la segunda, la ya mítica escena, sacando el peor aspecto posible del luso, metiendo el dedo (del flautista) en el ojo de Tito Vilanova, constándole una sanción desde el punto de vista deportivo de varios partidos de suspensión, pero que en virtud del Reglamento de la Federación Española de Fútbol,  y en aplicación de su artículo 70, debería haber sido sancionado con la pérdida de la licencia federativa, a quien la posea, con carácter temporal (2 a 5 años) o definitivo y con multa, en el caso de que el incidente se produzca en el marco de una competición, de 18.001 hasta 90.000 euros. En cuanto al Derecho penal de aplicación, habrá que utilizar el art. 617.2 CP en cuyo tenor literal se advierte la posibilidad de castigar con pena de localización permanente de dos a seis días o multa de diez a treinta días a quien “golpeare o maltratare de obra a otro sin causarle lesión”, o sea, a quien no le haga falta para la observación del delito de lesiones el hecho de que se realice una primera asistencia facultativa (si tan sólo se vislumbrara ésta, nos encontraríamos con la falta de lesiones del 617.1 CP), ni tampoco la diligencia de un tratamiento médico o quirúrgico (el en caso de que se dieran los dos requisitos se aplicaría el delito de lesiones del art. 147 CP). La tercera razón de la malísima imagen de Mou en territorio español, fue el “ostracismo” de Iker Casillas. No lo pudo hacer peor, pues aprovechando la lesión del portero internacional español lo relegó al banquillo. Nadie discute el ejemplaridad y buen hacer de Diego López, e incluso que siguiera jugando hasta final de temporada (cualquiera que haya jugado al fútbol sabe que esto debe y tiene que ser así), sino las humillaciones de las que ha sido objeto el cancerbero de Móstoles, aún cuando una dudosa lesión espalda le propició no ir convocado en el último partido de Liga.

Por todo ello, el debate está servido. The Special One ha sido el símbolo de la distorsión madridista, generando un cisma entre los denominados “mourinhistas” (dícese de aquellos a los que le importa más el resultado e ir generando odio y antipatía por todos los estadios) y los “antimourinhistas” (la parte de la afición restante que quiere “ganar” pero no a cualquier precio, sino con buen juego y fair play).

No obstante, el entrenador portugués, nos ha recordado las peores cacicadas que se recuerdan en el fútbol moderno: frente a la prensa, la afición e incluso sus jugadores (baste ver que sus propios legionarios acabaron con él como el rosario de la aurora, véase Pepe, Ronaldo, etc).

Este personaje me ha recordado episodios negros en el mundo del fútbol, si se me permite una comparativa sudamericana, como el hecho de estar más cerca de Bilardo, en aquel partido entre el Sevilla y el Deportivo de la Coruña en el que arenga de manera despiadada a Domingo, a la sazón, masajista del equipo hispalense en aquel momento, con el ánimo de que no atendiera a un jugador del equipo contrario que estaba lesionado e incitándole a que “al enemigo ni agua”, que a Menotti (debe ser porque el flaco fue a la misma escuela que nuestro querido Jorge Valdano); pero esta diferencia Menottista y Bilardista no sólo se observa en el métodos ilícitos de actuación sino también en el ámbito del juego y, si no que se lo pregunten al paciente aficionado de Chamartín que vio a su equipo que meter 100 goles en una temporada sin tener el control del balón. El milagro de Mou, una liga, una copa, y una supercopa de España con un equipo de 450 millones de euros. ¡¡¡Qué barbaridad!!! ¡¡¡Que grandísimo entrenador!!!.

Desde luego, lo mejor que le ha ocurrido a la liga española (no a la prensa por aquello del espectáculo, claro) es que se vaya este personaje que lo único que ha hecho ha sido dejar al Madrid absolutamente dividido, una plantilla desquiciada, y un periodo de mala imagen de la entidad, junto a una ausencia de valores y de fair play en el mejor club del siglo XX que desde luego, con su concurso, no lo sería en el XXI.

Lo único que deseo es que el nuevo entrenador (ese pacificador que se está buscando y que necesita el vestuario) haga olvidar, lo más pronto posible, al de Setúbal aunque los precedentes me dejan más tranquilo: si se olvidó a Heynkes (pacificador y amante del buen fútbol donde los haya) que ganó la séptima tres décadas después de que lo hiciera aquella generación de la mítica “saeta rubia” y de “la galerna del cantábrico”, me queda la esperanza de que el periodo oscuro, negro,  y lúgubre de la imagen madridista de este trienio se borre cuanto antes.

Mourinho vuelve a Inglaterra. Va a uno de sus grandes amores, como él mismo ha confesado, el Chelsea de magnate ruso Abramovich. Lo tendrá todo y cuenta con la experiencia más acentuada de tres años de “lucha contra el mundo”, que sumada a la ya adquirida en los años de la Premier pueden hacer un coctel explosivo. ¡¡¡Dios salve a la reina…!!!