Inicio Opinión José Ramón Torres Pero sigo siendo el Rey

Pero sigo siendo el Rey

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miami spurs¿Es absurdo levantarse un jueves a las 3 de la madrugada y acostarse a las 7 teniendo que trabajar al día siguiente? Rotundamente no. La situación lo requería. Game Seven, «las dos palabras más bonitas del mundo», según el entrenador de Miami, Erik Spolestra. Finales NBA. El que gane el partido, campeón «del mundo» como les gusta decir a los norteamericanos. El que pierda, subcampeón, una palabra fea y triste e irrelevante.

Qué mal lo ha pasado Miami Heat para lograr el «Back to Back». Vaya pedazo de eliminatoria. Histórica.Hasta el último minuto del último partido no se decidió nada.Era de esperar.Se han enfrentado los dos mejores equipos del año.Miami con sus tres superestrellas mediáticas, contra las otras tres superestrellas de San Antonio, menos lustrosas de cara al público pero con la misma calidad baloncestística, o más, según se mire.Y no han defraudado.

Ha sido una guerra sin cuartel, con los dos entrenadores, Spoelstra y Popovich, dirigiendo la estrategia cual partida de ajedrez a vida o muerte. Empezaron golpeando los Spurs en el primer partido, con una canasta tan afortunada como sublime del jugador más inteligente de la NBA, Toni Parker, en los últimos segundos del partido. Respondió Miami con contundencia en el segundo, la misma contundencia con la que se empleó Lebron James taponando un intento de mate de Splitter como el superhéroe que detiene con su mano una bola gigante de piedra. En el tercero, San Antonio maltrató en su cancha a unos desconocidos Heat a base de triples, gracias a la aparición de un actor secundario, Danny Green, que de buen tirador pasó a convertirse en posible MVP de las Finales, según algunos «analistas», que no se percataron de la existencia de un tal Toni Parker.  En el cuarto partido asistimos a la resurrección de Dwayne Wade que lideró a los Heat a una victoria clave para empatar a dos las series. En el quinto, otra resurrección, la del genial argentino Manu Ginóbili, puso a los Spurs a una victoria del Campeonato.

Con Miami entre la espada y la pared, muchos se frotaban las manos viendo la posibilidad de que el gran favorito perdiera el título en su propia casa. Y más teniendo en cuenta la irregular aportación de jugadores como Wade y Lebron James. El escolta tenía problemas físicos sí, pero ¿qué le pasaba al Rey James? Simplemente que San Antonio había dado con la clave para pararle. Poner el autobús en defensa, parapetarse bajo el aro, y a base de ayudas en defensa, cortar todas las penetraciones del «hombre de la cinta pegada a la cabeza». Esa estrategia es simple, pero difícil de hacer. Y los Spurs lo hicieron hasta el último cuarto del sexto partido. Hasta la jugada en la que James perdió la cinta de su cabeza tras un mate. Nunca se le ha visto jugar a James así, sin cinta, y siempre que se le ha caído se la ha puesto al instante, pero en un sexto partido de las Finales, no hay tiempo para acomplejarse. Desde esa jugada, «melena al viento» y a coger el toro por los cuernos. Volvía el Rey. Puntos, rebotes, asistencias, y otro memorable tapón a Tim Duncan. Los Heat seguían al borde del abismo pero vivos. A 25 segundos para el final, Miami perdía !por 5 puntos¡ Algunos espectadores se iban, los operarios empezaban a marcar el perímetro del campo con la ya mítica cinta amarilla. San Antonio acariciaba su quinto anillo…Y triple de Lebron a falta de 20 segundos. San Antonio anota en la siguiente posesión, tres arriba y a falta de 5 segundos…el milagroso triple de un desaparecido hasta entonces  Ray Allen para ir a la prórroga. San Antonio tocó el título con las dos manos. James lo impidió con un prodigioso triple-doble.

Ahí pudo ganar psicológicamente Miami el anillo, en el sexto partido. Porque San Antonio perdió fuelle en la segunda parte del séptimo partido, posiblemente tocado física y emocionalmente. Pero la calidad de los Spurs es tanta que jugando mal, aguantaron a rebufo de Miami hasta el final, gastando la última de sus siete vidas en una desafortunada jugada de su estrella Tim Duncan que falló lo que no suele fallar. El que apareció en los momentos clave fue el Rey James, con 37 puntos. Miami conseguía su segundo anillo consecutivo. Su estrella, también. Y MVP de las finales, claro. Porque James, apareció cuando más falta hacía. «¿Irregular? Sí, pero sigo siendo el Rey…», podría pensar.