Poco le ha importado al malaguista de a pie el hecho de que el equipo más exitoso de su historia se haya desmembrado de manera dramática, siguen estando ahí. Y es que la malagamanía está imparable. Más de 20.000 abonados renovaron en el plazo estipulado para tal empresa. Sin fichajes ilusionantes y mientras veían como Isco y Toulalan hacía las maletas rumbo a Madrid y Mónaco respectivamente. Dos de los ojitos derechos, sentimentalmente insustituibles, para la parroquia malaguista.
Y llegó la jornada de ayer y el Málaga abrió sus taquillas para los nuevos abonados. Se preveían números discretos pero, a pesar del calor, la Rosaleda registró largas colas y vio morir el día con más abonados que el año pasado a estas alturas. Ver para creer.
El Málaga sin Isco, Demichelis, Toulalan, Cazorla, Monreal… sigue teniendo tirón. Y no ha sido tarea fácil. Málaga siempre ha sido una ciudad con el corazón dividido entre el Madrid de Juanito y el FC Barcelona. Nunca antes se había vivido una pasión tan grande por el equipo de la tierra. Los grandes fichajes de aquella pretemporada de las magnas presentaciones de Al Thani sumó mucho pero no has sido lo único. Ascensos, descensos, ley concursal, injusticias y grande gestas han unido a la afición en torno a uno colores, los blanquiazules. Así es como La Rosaleda ha presentado registros de asistencia espectaculares, llegando a rozar el lleno cada quince días desde hace varios años. Esto no es nada habitual en España.
Sin duda las nuevas generaciones – criadas con el equipo en Primera División – han sido claves para que la semilla del malaguismo terminara por agarrar en la capital de la Costa del Sol. Ahora es habitual ver a chavales con la camiseta del Málaga en lugar de la de alguna gran estrella mundial. Motivo de orgullo para el club boquerón que ve como su principal activo, la afición, sigue estando ahí pese a todos los inconvenientes sufridos. La semilla germinó.
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