Tenía varias ofertas encima de la mesa pero no dudó ante la llamada del Atleti. Tottenham, Arsenal y Fiorentina pretendían al guaje. Otros países, otras culturas, otros idiomas, otras ligas. Nuevas y seductoras experiencias para él y su familia, sin duda. Pero no en año de Mundial. Si algo tiene claro David Villa es que no va a dejar pasar el tren de Brasil, probablemente, su última gran cita con la Selección. Y no quiere ser comparsa.
En la Confederaciones, David Villa ha sido la última de las opciones para la propuesta ofensiva de Vicente del Bosque. El máximo goleador en la historia de la selección española ha estado por detrás de Soldado, Torres y Cesc. Incluso Juan Mata le arrebató un puesto en ataque en la final ante Brasil. A su vuelta, el guaje llegó a España con una decisión irrevocable: no volvería a entrenarse vestido de azulgrana. Tras una excelente primera temporada, Villa se lesionó gravemente en diciembre de 2011 y, desde entonces, ha perdido toda la jerarquía con la que llegó al Camp Nou. Completamente recuperado, este año no ha entrado en los planes de Tito Vilanova, que le ha relegado al banquillo en beneficio de hombres como Tello o Alexis. Su falta de minutos en el Barça ha perturbado la confianza de Vicente del Bosque. No ha sido el caso de Iker Casillas.
Así que bastó una conversación de tres minutos entre el Cholo Simeone y el propio Villa para vestir al asturiano de rojiblanco. Con la marcha de Falcao, el guaje será el primer delantero del Atlético de Madrid y no tardará en hacerse el nuevo ídolo del Calderón. El Atleti le ofrece confianza, minutos y rango. Volverá a sentirse importante, fundamental. Conoce la liga, los campos y los equipos. Tiene hambre y llegarán los goles. Y jugará Champions. Villa volverá a ser Villa y él lo sabe. Su titularidad en Brasil pasa por el Calderón. El fichaje es perfecto para todos.
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