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Fútbol, lo mejor que me ha pasado: Fernando Campos

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fernando camposFernando creció en los campos en los que la pelota es un conejo imposible de controlar y allí aprendió que, frente a la dificultad que opone lo deseado, debe estar la inteligencia del que lo desea. Ante un revés, si la cabeza está fría, siempre hay una solución. No tengo claro si nació futbolista o nació entrenador. Lo que está fuera de duda, es que ha nacido para mezclarse con la piel del fútbol y no sé bien en cual de las dos, en la del fútbol o en la suya, es en la que vive. Le ví debutar en el Estadio de la Victoria y me sorprendió el equilibrio emocional de un crío que, rodeado de expertos jugadores y ante su público, no expresaba otra cosa que oficio. Después lo fui comprendiendo. Fernando Campos y el fútbol hablan el mismo idioma y eso ayuda mucho. Una tarde, siendo Neme entrenador del Real Jaén, Fernando hizo algo que jamás se me podrá olvidar. No recuerdo ni el rival, ni la jornada ni si el Real Jaén perdió o ganó aquel partido. En mi memoria se quedó una imagen que, después, he visto alguna vez en grandes estadios y protagonizada por reconocidos futbolistas. Campos recibió un balón en el vértice superior derecho del área pequeña, la de la portería de “Peritos”. Había llovido mucho y esa zona era un fangal. Delante de Fernando, un defensa y tras el defensa el portero. En un gesto, sin tocar el balón, eliminó al defensa, levantó la cabeza y ante la desesperación del portero que venía hacia él para evitar lo inevitable, eligió la opción más arriesgada: colocó la pelota entre el costado del guardameta y el palo: gol. Entonces comprendí que aquel futbolista podría sentir presión o miedo fuera del campo, jugando a la pelota, nunca. Pasó el tiempo y Fernando y yo tenemos un libro, escrito a medias, de jugadas, desvelos, berrinches y carcajadas que nos han llevado, cada uno con lo suyo, por los campos de media España. Desde las madrugadas de Mallorca a la camilla de la Ciudad Deportiva del Sevilla, compartiendo con Suker remedios para combatir la sequía goleadora. El Croata contaba los remedios de su abuela y Fernando recuperaba su rodilla con la atención de Leal Graciani. Las noches de lances con Quico, cuando parecía que podíamos burlarnos del tiempo, y aquella manera brutal de entender las cosas cuando, la vida te pone delante lo peor. Hemos hilado mucho, unas veces fino y otras con torpeza, pero fielmente. Fernando ha sido siempre leal en su forma de ver el mundo. Alguna vez no le hubiera venido mal mirar para otro lado, pero no sabe. Campos es ahora uno de los entrenadores con mejor futuro. Tiene el carácter, las rarezas, la solidaridad, el amor por este juego y los conocimientos suficientes como para ir a donde quiera y que le reconozcan el magisterio. A mi que tengo la suerte de conocerlo, hasta donde se puede conocer a Fernando, no me cabe duda de que es una de esas personas por las que creo que el fútbol, es lo mejor que me ha pasado.