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Tito, otra vez, el dedo en el ojo

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titoTito Vilanova habla por la herida. No es un expresión hecha. Es el relato más amargo del entrenador que sucedió a Guardiola. El roce hace el cariño pero también provoca heridas e irritaciones que escuecen y llegan al alma. La convivencia, aún en la abundacia, suele ser crítica.Pep y Tito dieron la imagen de cohesión por la que, sin que nadie lo pusiera en duda, se explicaba el sonido redondo y efectivo del motor blaugrana. Eso era cierto pero, lo mismo de cierto aunque más desconocido, era que el agua quieta se descompone y la relación entre ambos se descompuso.

Cuando Guardiola se fue a Tito se le vino al Barça encima, literalmente. Sin embargo Vilanova ajustó las posiciones, marcó sus espacios, dijo dentro lo que tenía que decir y fue listo con la prensa. A los periodistas y los ejecutivos del club Tito les dio un poco más, pero no muchos más. Humanizó las relaciones y buscó su ruta. Luego, todo el mundo sabe que la vida le entró en falta de nuevo y que fue entrenador del Barcelona a tiempo parcial. Ya para esa época, eso sí, le había ganado la Liga al Real Madrid en tres meses. Lo de Guardiola en Alemania sorprendió a todos. Lo tenía callado y previsto.

Nada es por casualidad. Lo que no tengo claro es qué nivel de resentimiento acumulaba Pep para, tan temprano, desenterrar un hacha que sin duda algún día, en privado, puso bajo tierra. Al barcelonismo le ha sentado mal el discurso de Pep. ¿Ahora? para qué. Esto, tengo la sensación, de que tiene más que ver con lo humano que con lo deportivo. Todos son ganadores. Todos cumplen objetivos.El fútbol no es el motivo. Hay más cosas rotas.

Se trata de razones, que solo los protagonistas conocen, pero que no sirven para explicar ni las palabras de Pep ni las dolidas aclaraciones de Tito ni el desmentido de Rosell. Todos debían estar ocupados en otra cosa y si se habla, se habla claro y hasta el final o se calla. El laberinto de las medias palabras, lo que hemos escuchado es solo la punta del resentimiento, no sirve. Nada público sirve para restaurar las quiebras privadas. No gana nadie, pierde el Barcelona. Ya solo queda esperar ese ambiente especial que se vivirá en el Camp Nou con motivo del primer Barça-Bayern. Meter el dedo en el ojo o la semilla de Mou.