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Yo, el balón: merecidas vacaciones

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belusoTras una agotadora temporada aderazada en su final con numerosos torneos, liguillas (viva el R. Jaén), competiciones oficiales, mundiales, europeas, féminas, alevines… estaba francamente molido. Necesitaba un descanso y mi amo que le tira el norte me llevó de peregrino por Galicia  a ver si el santo daba bálsamo a tanto golpe recibido y reponía fuerzas para, en unos días volver, a la actividad de pretemporada. Me adentró entre fronda de eucaliptus y paisajes marinos en la ría de Pontevedra y sin querer dimos con nuestros huesos en el puertecito de Beluso que pertenece al concejo de Bueu. Y como la cabra tira al monte a mi dueño no se  le ocurrió más feliz idea que llevarme a un bar restaurante en el que nada más ver las fotos sabía que era de esos santuarios en los que el fútbol está presente en la conversación de parroquianos, camareros y propietarios. Así es como conocimos a Manuel Bouzón, que ha recalado en este lugar tras su aprendizaje en Redondela,Vigo y otros lugares en los que aprendió que se puede dar de comer marisco y pescado de primera clase a precio inimaginable.Y nos contó anécdotas de su vida, y entre otras, nos relató cómo el conocido Jose María García le dio por los años noventa nada menos que cincuenta mil pesetas de propina tras una suculenta cena.

Desde la terraza de Peixoto, que así se llama su bar, asistí a charlas de forofismo futbolero. Yo intentaba recrearme en el paisaje que desde allí se contempla… pero es imposible. Venga fútbol y cigalas, dale a Punto Pelota, que si Ronero dice, que si Siro hace, que si Oliver hace gala de sus enormes conocimientos, que si Pulido la tiene tomada con el Madrid, que si los catalanes tienen madriditis y que si Pedrerol no les corta y todos hablan a la vez. Mi amo les recomienda que lean Palabra de Fútbol y yo en tanto sigo allí contemplando como el fútbol desata pasiones pero también une a las personas porque después de tres o cuatro días por aquellas tierras de meigas he descubierto gente sencilla, afable, que te entrega su amistad a cambio de nada y eso en los tiempos que corren no es nada fácil de lograr. Ahora cuando hemos vuelto le contamos a todos esa maravilla de sitio, esos manjares que con tanto cariño nos ofrecieron, ese trato amable y ese mirar por el bolsillo del cliente ahora que la crisis tiene exangües las economías. Sí amigos, en Galicia gracias a personas como Manuel se pueden degustar los tesoros de la ría a precio de crisis y con la propina siempre grata de recibir además el sincero abrazo de la amistad.