Diego López ha confirmado lo que muchos intuían: llegó al Real Madrid para quedarse. Aterrizó en la capital de España frotándose los ojos, tras una pesadilla en Nervión. En poco tiempo logró sellar la portería blanca, flanco por el que acabó de estallar la era Mou. Rebajó la tensión y despejó las dudas. Hizo aquello para lo que fue llamado. Había otras guerras pero no eran las suyas.
Ayer compareció ante los medios de comunicación y el gallego no ejerció de tal, fue directo: «Cuando llegué en enero dije que era un sueño volver a mi casa y que venía con la intención de quedarme e intentar jugar. Después de estos meses, solo puedo decir lo mismo. No he pensado en irme, confío en mis posibilidades».
Diego también fue claro a la hora explicar cómo vivió ese periodo en el que hubo tanto ruido, dentro y fuera del club: » La verdad es que me dediqué a trabajar, a ocuparme de mi vida privada y de mis entrenos y, muchas cosas de las que se dijeron, ni las escuché. He estado, como desde que empecé mi carrera, a lo mio».
El portero habló del excelente ambiente que se respira en el seno de la plantilla: «Lo que se percibe desde fuera tambièn se nota dentro. El ambiente es muy bueno. Ha habido incoporaciones de mucha calidad y la llegada de un nuevo entrenador es un motivo para que se trabaje con intensidad».
Diego López no se salió de su guión. A partir de ahora, el guardameta de Paradela, tendrá que luchar para conservar el puesto de titular que defendió, con brillantez, hasta el final de la pasada temporada. Frente a él Iker Casillas. Ancelotti tiene la palabra.
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