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Mourinho II de Londres, “el bocazas”

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mou chelseaNo pretendo dar una lección de historia en estos momentos de descanso veraniego y mucho menos hacerlo de un personaje que pasará a la misma por muchos y variados momentos desagradables.

Dijo Sartre: “incluso el pasado puede modificarse, los historiadores no paran de demostrarlo”. Cuánto bien le haría a la institución blanca poder modificar parte de su pasado más cercano. Un pasado vinculado a un personaje que ha formado parte de una época negra del madridismo si hablamos y escribimos sobre valores o sobre el santo y seña que desde hace más de cien años se transmite desde el club madridista. Su nombre, José. Su apellido, Mourinho. Su título, Mourinho II de Londres, “el bocazas”.

Movido por ese cocktail veraniego cargado de envidia, odio y rencor, sigue dando palos y atizando a todo lo blanco. Del club ha dicho: “El Madrid es un club especial. No es fútbol, no es deporte. Es política”. Al símbolo del madridismo, a su capitán Iker Casillas, lo descalificó, lo ninguneó y lo hundió. Y a Cristiano le lanza un dardo lleno de veneno: “Yo entrené al Ronaldo verdadero, el brasileño”. Si a la envidia se le suma el odio y al odio se le llena con rencor el resultado que se obtiene es Mourinho.

Tres títulos ganó con el Real Madrid en el campo (de once disputados) y, sin embargo, ha tenido pleno en todos los títulos de las malas formas y las malas artes: meter el dedo en el ojo por la espalda a un compañero, desplantes a la prensa, odio a futbolistas que representan todo en el Real Madrid, encerronas chulescas a periodistas. Tres semifinales de champions con tres fracasos absolutos. Un tal Del Bosque, en sólo tres años y medio, llevó al club a cuatro semifinales de champions, ganando las dos finales que jugó. Es historia para recordarle. Son datos, resultados y currículum de otro entrenador, no muy lejano en el tiempo.

Ahora, desde su retiro dorado en Londres, sigue golpeando el corazón del madridismo. El Real Madrid es la institución más universal. Y como institución merece que se le respete, máxime cuando este individuo ha estado durante tres años dirigiendo el banquillo del club más laureado del mundo. El madridismo ni le aguanta, ni le respeta. Cuando llegó al club jugó a encantador de serpientes y al madridismo le ha costado ver que  era sólo una serpiente que mordía a todo aquel que pillaba. Lo hizo estando dentro y lo hace ahora que ya no está. Cansado de aguantarle y de escucharle, le diré aquello tan español de tanta gloria te lleves como descanso dejas… Ya te fuiste, déjanos descansar.

Sólo espero que algún día alguien del club diga alto y claro aquello de: “Me equivoqué”. Y lo continúe con: “Este individuo ha hecho mucho daño al madridismo”. Fin de la cita.