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La noche de Raúl

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imagesRaúl vuelve a su casa, al Bernabéu. Durante 45 minutos volverá a vestir la camiseta del Real Madrid que se enfundó durante 741 partidos, por lo que posee el record de jugador que más partidos ha disputado en el club blanco.

Un merecidísimo homenaje. Tardío en el tiempo. Algunos de la planta noble del club tirarán del refranero español y dirán aquello de “más vale tarde que nunca”. Han pasado más de tres años desde que el 7 del Madrid y el 7 de España dejó el club. Tiempo suficiente ha existido para hacer este homenaje mucho antes. En mucho menos tiempo, su otro club, el Schalke alemán le ha hecho dos homenajes y le ha propuesto ser embajador del club al que cariñosamente llaman el “minero español”. Ahí queda el comentario.

El público del Bernabéu, por fin, rinde este homenaje de sentimiento y agradecimiento a su eterno capitán. 16 temporadas en el club desde que Jorge Valdano, su mentor y padre futbolístico, viese en él algo distinto con diecisiete años. La vida, el fútbol, la mala gestión de la cantera atlética, en definitiva, el destino le hizo cruzar a la otra orilla del Manzanares. El Madrid lo acogió. Raúl fue creciendo hasta que llegó el momento de tatuarse el 7 a la espalda. El mismo número de Amancio, Juanito o Butragueño, grandes leyendas del madridismo. 16 títulos de blanco (6 ligas, 3 copas de Europa, 2 intercontinentales, 1 Supercopa de Europa y 4 Supercopas de España) y multitud de distinciones que le han convertido en el mejor jugador español de toda la historia, reconocido por sus propios excompañeros como es el caso de Pep Guardiola: “Raúl es el jugador español más importante de todos los tiempos. Es impresionante. Es el mejor, ha sido el mejor. Es un ejemplo para los que empiezan. Es increíble”.

Fue de esos futbolistas ocho. No era elegante ni fino en el regate, a pesar de su aguanís famoso; no era veloz, a pesar de su gol en la octava champions blanca; no era pasador, a pesar de sus muchos pases de gol; no era organizador, a pesar de que cuando las cosas marchaban mal venía al centro y buscaba la pelota. Pero Raúl tenía una inteligencia innata, un talento práctico, un instinto asesino que le hacía estar en el sitio adecuado y en el momento justo. Así, con ello, no paró de marcar goles en su carrera. Más de cuatrocientos, 324 de ellos con la camiseta blanca, el máximo goleador del club en su historia.

A ese instinto le inyectó su talento natural, durante su época en el Real Madrid y en la Selección española (102 internacionalidades con la absoluta, 3 Mundiales, 2 Eurocopas y 44 goles), y lo envolvió todo con los valores que representan su vida profesional: el orgullo, la pasión, la entrega, el respeto, la solidaridad, la competitividad, el trabajo y el sacrificio. Valores que muchos admiramos de él y que, personalmente, siempre me sirven para ponerlos de ejemplo con su figura a mis chavales del instituto.

Raúl ya es historia del Madrid. Una historia, un jugador al que después de esta noche se le recordará aún más y más aún, cuando se retire, se le reconocerá todo lo que hizo.
La noche de Raúl, capitán de capitanes, une al madridismo para elevar a este genio blanco a los altares. Raúl González Blanco, blanco de por vida. Vuelve ahora y ¡volverá más adelante!. Y, como siempre, lo hará para tirar del carro.