La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. Hay que tener las cosas muy claras para tomar la decisión que ha tomado Del Bosque: Casillas es su portero. El de Ancelotti es Diego López pero, en la Selección, no hay debate. Lo ha zanjado el responsable de hacer las alienaciones. Hay que valorar la valentía y si no quieren utilizar ese término, la claridad de Vicente del Bosque.
Más vale una vez rojo que ciento amarillo. Ya, salvo insistencia mediática, no habrá que explicar quién defenderá la portería de España. A nadie se le escapa, sin embargo, que cada semana que Iker no juegue será más difícil la posición de Del Bosque y él lo sabe. Esa certeza da más valor al paso que ha dado. Lo ha hecho y libra, por lo menos un tiempo, a la Selección del incómodo debate. Juega con la ventaja de la discreción y el buen tono de Valdés. Lo cierto es que en el seno del equipo nacional las cosas acaban siempre con un giro natural, compartido o no, pero explicado sin retorcimientos ni especulaciones que sirvan para la cizaña.
Estaría bien que, lo que ha pasado con España, pasara en el Real Madrid. Que dejen hacer las alineaciones a quien ha sido contratado para ello. Si Casillas es el mejor portero del mundo volverá a jugar. Ahora el mejor portero del Real Madrid es otro y no lo dice ni la UEFA ni la FIFA ni la prensa ni las vitrinas ni la voluble afición, lo dice el que se juega el puesto cada domingo, entre otras cosas, dependiendo de la tarde que tenga el portero que ha elegido para jugar. Dudo que Ancelotti haya venido con la idea específica de molestar a Casillas y a parte de la a afición madridista de la que, en cierto modo, también depende. A ver si Carlo va a ser un fenómeno en todo, menos en la elección de portero. Agua fría y partidos, mientras, Ancelotti decide.
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