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El Madrid, en tierra de nadie

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bale y cristianoEl Real Madrid parece haber heredado el mal que su vecino del Manzanares ha sufrido durante años: la capacidad de autodestrucción. Año tras año, los fichajes de renombre levantan expectación y devuelven la ilusión a la hinchada blanca, sin embargo, cuando todo parece idílico y el nivel de la plantilla parece inmejorable, el Madrid toca una tecla y todo se viene abajo.

La llegada de Ancelotti se anunció como una paz necesaria y deseada. De discurso elegante y carácter afable, el técnico italiano se antojaba como la calma después de las tempestades generadas por Mourinho y, además, el comienzo fue prometedor. Su idea de juntar a Modric, Illarra, Isco y Özil terminaba por romper con todo lo anterior. Por fin, la afición quedó cautivada ante la idea de acercar el juego del Madrid al de ese estilo español del toque y la excelencia que ha conquistado todo lo conquistable. En esta nueva etapa, la posesión y el fútbol ofensivo harían olvidar al fútbol contragolpeador y rácano de Mourinho. Talento y creatividad en lugar de músculo.

Pero todo empezó a torcerse con la marcha de Özil y la llegada de Bale. Nadie puede poner en duda el talento de estos dos futbolistas, sin embargo, es innegable que sus cualidades invitan a un fútbol totalmente distinto. El alemán es la bandera de esa nueva Alemania que gusta de un fútbol atractivo y fino, mientras que Gareth Bale acumula todas las virtudes del viejo fútbol inglés: velocidad, potencia, vigor, nobleza. De manera que, en cuestión de un mes, Ancelotti ha visto alterados los cimientos de su equipo. Ahora tiene dos portentos en las bandas que incitan a convertir cada partido en una película del Oeste, con cabalgadas, tiros, caídas y peleas en la que, al final, siempre ganan los buenos. Menos mal. Pero no es la idea con la que vino.

Y así se encuentra este Madrid de Ancelotti, a caballo entre dos estilos y sin ninguna idea clara. Con un presidente, además, que parece tener más influencia de la que niegan desde el propio club. Primero, ha cambiado el libro de ruta con su apuesta tozuda por Bale, y segundo, porque se vislumbra su mano tras la titularidad incuestionable de Karim Benzema, otro de sus caprichos. En el derbi, además de echar en falta a Özil como recambio de Isco, el Bernabéu comprobó que Álvaro Morata es más delantero que el francés. Esperaremos. La Champions ya está aquí y aún están a tiempo de elegir un camino.