Inicio 1ª División El Madrigal es un fortín

El Madrigal es un fortín

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EFE Uche

Pablo Serrano. 

Giovani Dos Santos aún tenía el pelo húmedo. Cinco minutos atrás, cuando estaba en los vestuarios, se lo había empapado de agua para reducir el sofoco del gran esfuerzo físico realizado. El Villarreal había salido imperativo con la única intención de destrozar al Valencia. El equipo de Djukic, aún sin estilo, ni método, ni once determinados, observó atónito a una clase magistral de lo que hace un equipo que está justamente donde se merece. Primero el propio Giovani y luego Cani mandaron sendos centros desde la izquierda para que los remataran Uche y Hernán Pérez respectivamente. Minuto 22 y el Villarreal ganaba 2-0. El resto fue dejarse llevar por la corriente. O por el ritmo, según se mire.

 

Sonó una ranchera y Giovani fue el único que se apuntó al baile.  Aún con el pelo húmedo cabeceó un centro desde la izquierda que se estrelló en el palo. Con el susto en el cuerpo, Mathieu recoge el rechace. El francés, que antes de la salida de Jordi Alba jugaba de extremo izquierdo y ahora lo hace de central, se echa la siesta.  Uche le roba la cartera en el área, Mathieu mete la pierna por instinto y comete un penalti tan claro como ingenuo. Guaita para el penalti a Giovani: su canción aún no debía acabar. Le dio igual al mexicano porque acabó metiendo el balón en la portería un minuto después: el córner ocasionado por el despeje de Guaita lo cabecea Uche. El esférico lo acaba introduciendo Gio tras un sutil toque de espuela a la altura de la cadera. Último paso de la coreografía.

 

El tercer gol enfrío los ánimos valencianistas, que lo intentaron con más profesionalidad que esperanzas reales. El Valencia tocó y tocó en campo rival pero el Villarreal se parapetó bien de las intentonas de Fede Cartabia y un recuperado Canales. Ellos fueron los mejores de los visitantes el día en el Banega brilló por su ausencia. El argentino, que fue sustituido por Parejo, se fue del campo aún sin saber en qué portería atacaban y en cual defendían. Acabó siendo un defensa el único que llevó peligro real a la meta defendida por Asenjo. Ricardo Costa cabeceó dos saques de esquina. En el primero recortó distancias y el otro se perdió en el limbo de las ocasiones.

 

Ni siquiera en ese momento el Madrigal temió por el resultado. El Valencia, si bien manejaba el encuentro –Marcelino se lo había cedido quitando a un delantero y metiendo en la medular a Tomás Pina–, no generaba ocasiones de peligro. Ni los más creyentes habrían apostado por la machada de los de Djukic. El serbio, fiel a su propósito de tratar bien el balón, optó por el máximo número de jugones en su once inicial: Canales y Fede en lugar de Feghouli y de un delantero puro como Helder Postiga. Djukic aún no ha repetido equipo titular en lo que llevamos de liga; realmente preocupante que aún no haya encontrado su once tipo y es que parece decidirse por estados de forma fugaces o del rendimiento de sus jugadores en el último partido. Inconsistente fórmula la del exentrenador del Valladolid.

 

Todo lo contrario que su homónimo de Villarreal. Marcelino, a pesar de introducir rotaciones, no cambió el modus operandide su equipo que se coloca a dos puntos del Real Madrid y asegura una jornada más su cuarto puesto en la tabla y su racha de imbatibilidad en El Madrigal –que está cerca de alcanzar los seis meses desde que perdió frente al Elche en 2ª División. Más gris es el presente del Valencia, que puede acabar la jornada más cerca de los puestos de descenso que de los de Europa.  El típico “denle tiempo” no se va a oír entre la afición blanca.