Tras el descalabro del Bernabeu preferí esperar y no lanzarme cuesta abajo tras el calentón, las prisas, como ya he dicho en este mismo lugar, no suelen ser buenas consejeras.
Veníamos de ganarle al Osasuna como últimamente lo hace este equipo inestable y que no da lugar a pensar en grandes logros.
Con el Slovan Liberec, dada la mediocre calidad demostrada en Nervión, saltaron las alarmas.
Emery y todo el entorno sevillísta sabía que se la jugaba en el Cornellá-El Prat, pero el fútbol es ciertamente incierto y sobre todo muy cambiante, lo dejan bien claro los resultados sorpresa de cada jornada, Vigo, Valencia etc.
Ni el más optimista podía imaginar a un Sevilla mediocre que a los nueve minutos se pusiese por delante en el marcador por partida doble…el fútbol es así de trágico, a veces.
Es evidente que el equipo sevillano se ha salvado sobre la campana y el 1-3 ha supuesto una victoria balsámica que ha calmado, al menos de momento, las aguas que bajaban ciertamente turbulentas.
A la vista aparece el Betis, en uno de esos partidos trampa que conllevan una carga emocional, que de no ganarlo puede llevar a la entidad nuevamente al desasosiego.
No se presenta nada fácil, pese a que el Betis cierra la clasificación, es un equipo aguerrido que suele plantarse bien en el campo y dirigido por un técnico que ya nos ha dado más de un susto; por lo tanto el Sevilla y su entrenador Unay Emery deberían extremar las precauciones, sobre todo de la media hacia atrás donde el equipo suele hacer demasiada agua.
De todas formas es de esperar que Emery haya tomado buena nota de que con dos medios defensivos, el equipo juega más arropado.
Es cuestión de sólo dos semanas para poder comprobar si vamos hacia arriba o lo de Cornellá ha sido flor de un día.
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