Una vez le oí decir a Mourinho que las ruedas de prensa, pre y post partido, también son partido. Anoche, después de que el Barça se desplomara en San Mamés, Tata Martino compareció ante los medios para asegurar que, pese a la derrota, vio a un gran Barça. Asaltado por el hecho de que su equipo sólo disparó a puerta una vez en noventa minutos, el técnico del Barçelona acusó a los periodistas de resultadistas, pero han sido, precisamente los buenos resultados obtenidos hasta ahora, los que han mantenido en pie sus teorías autocomplacientes.
El equipo ganaba y esto ha sido lo realmente importante para el preparador argentino, independientemente del nivel de juego mostrado durante estos primeros meses. Ahora que los resultados empiezan a torcerse, ensalza el juego de los suyos y señala a los medios de comunicación de querer encontrar un problema donde no lo hay.
Pero lo cierto es que todos, salvo Tata Martino, vemos a un Barcelona espeso y sin ideas, que venía sacando sus partidos a base de fogonazos. Ahora que la carretera ha comenzado a empinarse, el bajo rendimiento de sus principales estrellas está quedando patente en partidos como el de ayer o en la sonrojante derrota frente al Ajax. Está claro que los rivales ya no temen al Barça, que el equipo no carbura, ha perdido su ferocidad, y que la autocomplacencia se ha instalado en el vestuario azulgrana.
Por su puesto, este Barça –y cualquiera- siempre saldrá perdiendo en la comparación con su pasado más inmediato, pero desconozco si negar estas evidencias es parte de la estrategia postpartido, o es que realmente todo sigue siendo maravilloso en los mundos del Tata.
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