Lopetegui dejó un mensaje en Jaén: que los chavales no pierdan la pasión por el fútbol. Más que un consejo para pequeños futbolistas, intuyo que sus palabras disparaban directamente a la conciencia de padres y entrenadores. Indispensables en este mundo del fútbol base, los adultos somos, sin embargo, el principal escollo que han de superar los niños cada fin de semana. Basta con dar una vuelta por algún campo de fútbol para entender las palabras de Julen. Padres alterados que exigen la perfección a sus hijos, entrenadores nerviosos que presionan a sus jugadores en busca de resultados y madres entendidas que reclaman minutos para sus criaturas, son, tristemente, situaciones demasiado habituales.
En ciertos casos, la formación queda relegada a un segundo plano y, al final, el único perjudicado es el niño, que no disfruta, pierde confianza en sí mismo y acaba aborreciendo -o sufriendo- su deporte favorito. No obstante, frente a esta corriente en extinción, lo cierto es que en España cada vez salen mejores jugadores, niños que acaban alcanzando el sueño de ser futbolistas gracias a la preparación de la nueva hornada de técnicos. Hoy en día, el buen entrenador de fútbol base prefiere ser llamado educador, lo cual es garantía de que avanzamos hacia el camino correcto.
Julen Lopetegui es uno de ellos. Siempre ha tenido claro que el fútbol es uno de los mejores instrumentos pedagógicos que existen. El fútbol enseña a respetar a los demás y demuestra, también, que el esfuerzo y el afán de superación son los principales argumentos que pueden hacer triunfar a una persona. Como futbolista de Real Madrid, Barcelona, Logroñés o Rayo Vallecano, y ahora como seleccionador Sub-21, Julen Lopetegui conoce la importancia de ser perseverante, de no rendirse jamás. Acaso, por encima de todo, el secreto está en perseguir los sueños con la ilusión de un niño, y esa pasión debemos de cultivarla y protegerla. Es nuestra responsabilidad. Palabra de Julen.
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