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El fútbol ha perdido sabiduría

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luis aragonés 1El jueves se confirmaba una de esas noticias que sabes que están al caer pero que aun así no te haces a la idea de que sean ciertas. Apenas cuatro días después, de que Luis Aragonés confirmase que no volverá a entrenar, la sensación de tristeza sigue presente en todos aquellos que valoran el trabajo del que es llamado el Sabio de Hortaleza. Y es que, aunque Don Luis haya llegado a declarar que: “si, podríamos decir que el Atlético de Madrid es mi vida”, no son solo los colchoneros los que tiene aprecio por el legado futbolístico dejado.

Pueden preguntar en las Baleares a ver que les parece aquella tercera posición en la Liga, máxima del Mallorca en su historia, o aquellos octavos de final de la Copa de la UEFA que el Sabio consiguió para que disfrutasen los mallorquines. Pregúntenle a los aficionados culés que opinan de aquella Copa del Rey que obtuvo para ellos. El que es para muchos el abuelo del fútbol español ha dejado también muestras de su sabiduría en la capital hispalense, tanto en los barrios béticos como sevillistas. No hacen falta las preguntas, a la orilla del Manzanares, para aquellos que vieron como el de Hortaleza daba títulos, e incluso ascendía de categoría, a su equipo.

Un jugador creativo y brillante que se hizo un hueco en los museos de muchos equipos españoles y que en su etapa como entrador llevó a la Selección Española a tocar la gloria que le correspondía por justica. Ese hombre que ayer confirmaba que se retiraba cogió un grupo de jugadores buenos, una selección, y lo convirtió en algo más que un equipo. Fue uno de sus pupilos predilectos el que resumía lo que hizo con aquellos hombres en 2008: “ahora somos una familia”, decía el nueve de España.

Aragonés tuvo la valentía de sacar a Raúl de la selección, la osadía de llamar “ese negro” a Monsieur Thierry Henry. Enseñó a sus futbolistas que las finales no se juegan, se ganan, y que del subcampeón no se acuerda nadie. Habló sin pudor de todos los aspectos del fútbol, pero no de este deporte observado al milímetro. El de Hortaleza es licenciado en el fútbol de antes en el que la picardía y la honestidad encontraban su perfecto equilibrio. Se va un grande de esto. Un abuelo para muchos, un señor respetable para otros. Un sabio para todos.