Mientras en Madrid se habla del Balón de Oro y de las atractivas opciones que la lesión de Khedira ha dejado a la vista en el centro del campo, en Barcelona la actualidad gira muy lejos del fútbol. Ni siquiera el sorteo de Champions ha logrado instaurar la tranquilidad. El caprichoso azar nos deja una eliminatoria descomunal entre Manchester City y Barça que dejará fuera a uno de los favoritos al título, puro espectáculo entre dos amantes del buen fútbol que ha quedado, sin embargo, eclipsado por la noticia que destapaba ayer el diario El Mundo: investigan al padre de Messi por blanqueo de dinero de la droga.
Aunque el Ministerio del Interior y la Guardia Civil devinculan a la familia Messi de la operación Firmamento contra el narcotráfico, El Mundo sostiene hoy que Jorge Messi tendrá que declarar ante los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) para aclarar sus presuntos contactos con la red de blanqueo del narcotráfico ya desmantelada, es decir, con la conexión colombiana, cuyo dinero se ha estado lavando en muchos eventos investigados como partidos benéficos.
En definitiva, demasiadas preocupaciones para el crack argentino, que se recupera de su lesión en la tierra que le vio nacer. Pronto estará disponible a las órdenes del Tata y al servicio de un equipo que le necesita en la mejor de sus versiones. Sin embargo, y aunque la lesión muscular tiene un plazo de recuperación, se desconoce hasta qué punto puede verse afectada la cabeza y el ánimo del jugador, que ya tuvo problemas también con Hacienda. El fútbol es un estado de ánimo, dijo una vez Jorge Valdano, y es probable que esta teoría explique a la perfección los motivos de la irregular temporada que está viviendo Leo Messi. El fútbol, todopoderoso, solucionará o agravará sus problemas.
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