El Atlético de Madrid vuelve a ejercer de verdugo del Valencia. Esta vez los colchoneros han apeado a los ches de la Copa del Rey en los octavos de final. Los testarazos de Godín y Raúl García sirvieron para decantar una eliminatoria que venía en tablas de la ida. Los valencianos se van muy enfadados con la actuación del colegiado Estrada Fernández, que pitó un córner más que dudoso, facilitando el primer gol rojiblanco, y expulsó a Parejo casi el término del encuentro.
El choque comenzaba totalmente hosco y feo. El juego no encontraba ritmo entre las sucesivas faltas y las imprecisiones, tanto de unos como de otros, en la medular. El gran atractivo de la alineación rojiblanca, José Sosa, salía atrevido al césped y, aunque falló más de un pase, dejó ver destellos del guante que lleva en la pierna. Lo intentó con centros desde la banda que no encontraron rematador. También por el centro, pero esta zona se encontraba totalmente saturada.
Las ocasiones brillaban por su ausencia y, tal vez, si preguntan a Peter Lim sobre quién tuvo el control del esférico durante los primeros cuarenta y cinco minutos se lo pueda decir; porque yo diría que no lo tuvieron ninguno de los dos. Muchos se han tomado la presencia del magnate asiático, supuestamente interesado en comprar el Valencia, en el Calderón, como el paso definitivo que hace inminente la hipotética compra del club.
Con la reanudación el Atlético se volvería más benevolente con los casi 35.000 aficionados que se acercaron al Manzanares en la gélida noche madrileña. Los del Cholo se hacían definitivamente con el control del cuero y poco a poco comenzaban a encontrar la profundidad inexistente durante el primer acto. Con Arda como artífice, el juego de los rojiblancos mejoraba por minutos y Costa dispuso de un par de intentos de anotar. No sería esta la noche de la Pantera.
Sería la noche de las torres rojiblancas. Godín daría la primera muestra de ello. Estrada Fernández pitaba córner, en una acción en la que si bien Guaita tocaba el balón lo hacía por detrás del larguero; fuera de los límites del campo. Injusto por tanto el gol que anotaba el central uruguayo del Atlético de Madrid al rematar por encima de Barragán, quien reclamó falta en esta jugada.
Tras el anti-reglamentario gol, el Valencia buscaba una reacción que Courtois se encargó de frenar hasta en dos ocasiones. El joven guardameta belga solucionó a la perfección primero el zapatazo que le mandaba raso Feghoulí desde la frontal y luego Barragán, más escorado. Duró poco el arreón valenciano y, ya sin fuerzas, aparecieron unos espacios a sus espaldas que terminaron por sentenciar el partido. En una de estas jugadas, a la espalda de la extenuada defensa che, Arda forzaba un córner que esta vez sí era legal. Koke era quien ponía el balón en el interior del área para que Raúl García se impusiese a todos cerrando el partido y la eliminatoria.
Tras el tanto el Atlético supo matar el partido y la frustración apareció en las caras valencianistas. Parejo fue expulsado por mandar un balonazo contra la publicidad. Acto que denota la impotencia que deben sentir los aficionados ches que ven cómo el Atlético de Madrid vuelve a eliminar a su equipo de otra competición.
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