Inicio José M. Ríos Anelka: L´enfant terrible

Anelka: L´enfant terrible

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José Manuel Ríos Corbacho

Profesor Titular de Derecho Penal de la Universidad de Cádiz

Director del Forum de Derecho, Ética y Deporte de la UCA

 

imagesCAO9XELGDespués de los turbios acontecimientos que han vuelto a inundar los estadios de fútbol ingleses, la Federación de este país ha sancionado con cinco partidos de suspensión al jugador del West Bronwich Albion, Nikolas Anelka, uno de los reyes de la provocación en el fútbol (Jean-Philippe Bouchard, Los bad boys del fútbol, Madrid, 2008), por “el gesto ofensivo, indecente, insultante e inapropiado” con el que celebró un gol el pasado 28 de diciembre de 2013, como si de una inocentada, por aquello del señalado día, se tratase. De esta manera, con el ánimo de festejar uno de sus goles en el partido que le enfrentaba al West Ham, cuyo resultado final fue de empate a tres, en la Premier League, celebrando dicho gol con el conocido gesto de la “quenelle”, acción que se considera racista y antisemita que, según la Federación inglesa puede asimilarse a un “saludo nazi invertido”. El origen de esta imagen proviene del humorista francés Dieudonne y consiste en extender un brazo hacia el suelo y cruzar la mano contraria sobre el hombro, imagen tétrica de un futbolista que le ha costado no sólo el deterioro de su imagen, ya bastante castigada, sino también que su propio equipo, a petición de la marca patrocinadora, ha tenido que rescindir el contrato que le unía a la empresa Zoopla, patrocinadora principal del equipo blanco y azul, manifestando la intención de no renovar el contrato para la próxima campaña.

Los hechos ocurrieron cuando en el minuto cuarenta del partido predicho, Anelka realizó el desconsiderado gesto y que, como apunta la FA, resulta indecente, insultante e inapropiado según advierte la Federación Inglesa de Fútbol en su propia página web. No obstante, el delantero podrá recurrir la sanción hay que incidir, en su favor, que ha prometido no repetir el gesto, además de insistir en que no lo realizó por mor de una actitud antisemita, sino como muestra de apoyo a su amigo Dieudonne, a la sazón, un polémico cómico francés cuyos espectáculos han sido prohibidos por el riesgo de que se ocasionen desórdenes públicos en el país galo.

Por su parte, el “buscador inmobiliario” Zoopla, cuyo logotipo figura en el centro de la camiseta del West Bronwich, a través de su director de comunicación, Lawrence Hall, “buscará al final de la temporada otras actividades publicitarias”. Así, la inversión de los baggies (también llamados Albion y the throstles, nombre que puede traducirse por “mirlos”, puesto que este tipo de ave se observa abundantemente en su estadio denominado The Hawthorns) fue de 3,6 millones de euros para que el equipo del norte de Birmingham llevase durante varios años el nombre de dicha empresa en su indumentaria. No obstante, el club en sus declaraciones ha “desmarcado” a Anelka indicando que entiende que esta manera de celebrar el gol, puede llevar a equivoco, solicitándole al jugador francés que no actúe de esa forma. Además del anterior, otros futbolistas han realizado este gesto tan deplorable como por ejemplo Samir Nasri (Manchester City), Mamadou Sakho (Liverpool) e incluso en el ámbito del baloncesto, Boris Dinar y Tony Parker han sido exponentes claros de su realización.

Anelka, desde siempre, ha sido considerado como un jugador problemático, cuya carrera ha sido determinada por más que una larga serie de huidas, dictadas por su santa voluntad. Con 16 años el bueno de Nicolás debutó en primera división de la mano del París Saint-Germain otrora a las órdenes del míster francés de origen tarifeño, Luís Fernández, momento en el cual se había convertido al islam. A los pocos meses firmó por el Arsenal inglés donde tuvo unos inicios dubitativos, pero tras el consabido rapapolvo de Wenger, llegó a convertirse en unos de los mejores delanteros del continente europeo, siendo seleccionado prontamente para el combinado nacional de Aimé Jacquet y, aunque incluido en la preselección de los 28, se quedó fuera del mundial de 1998. Con posterioridad, pasó al Real Madrid, donde también abrió la caja de los truenos, de tal manera que se ausentó de los entrenamientos hasta en tres ocasiones, suspendiéndole el equipo del Bernabeu de sueldo y de empleo durante cuarenta y cinco días, siendo una sanción ejemplar que nunca se había impuesto en la casa blanca; no obstante, el periplo del francés con los merengues terminó muy bien pues consiguió ganar una Copa de Europa ante el Valencia, campeonato en el cual fue vital para apear en el camino clasificatorio a un Bayern de München mediante un gol de cabeza en el Estadio Olímpico del equipo bávaro. En el mismo año 2000, conseguiría la Eurocopa con la Selección de Francia. Luego, se marchó de nuevo a Francia donde enrolándose en el PSG se encontró, de nuevo, con Luís Fernández; al ser este un reencuentro de alto voltaje donde volvieron a salir chispas, Nicolás encontró refugio en Inglaterra, en el Manchester City, donde permaneció hasta 2006. También tuvo incidentes en la selección nacional, pues cuando en el año 2002 lo llamó el entonces seleccionador Jaques Santiní, negándose a ir, la Federación francesa también lo sancionó, negándole a poder ir al equipo bleu; en una respuesta poco acertada, dando unas declaraciones a la revista París Match apuntó que no necesitaba a la selección y que tan sólo si el seleccionador se ponía de rodillas y se disculpaba podría replantearse su decisión. Le acarreo consecuencias como el hecho de no poder enfundarse la elástica del gallo ni en el Europeo de 2004, ni en el Mundial de 2006. Después de este tortuoso viaje en el entorno de su selección nacional, a los 26 se fue al Fenerbahçe turco, al que se fue en el invierno de 2004 y 2005. Por tercera vez volvió a la Premier y se incorporó en el Bolton, club especialista en recuperar a talentos olvidados. El denominador común de Nicolás era du discreción en la vida privada, además de poner establecerse que se trataba de un jugador que era encantador  con aquel que le consigue conquista su confianza, pero distante con el resto de las personas.

Anelka no ha sido el único que ha protagonizado estos desagradable incidentes aparcados en el ámbito del odio, el racismo y la xenofobia. De esta manera, pueden apuntarse algunos ejemplos: En este caso hablamos de lo sucedido en Grecia, donde el jugador del AEK de Atenas, Giorgios Katidis, ha sido sancionado con la “exclusión de por vida de todas las categorías de la selección de Grecia” por festejar un gol con el saludo nazi que se produjo tras el segundo gol de la victoria del AEK frente al Veria FC. La celebración le costó una amarilla instantánea, por quedarse sin camiseta, pero lo va a pagar aún más caro, pues fue suspendido de por vida para poder defender los colores de la selección nacional griega. Otro ejemplo fue Paolo Di Canio con cara de furia y brazo derecho en alto dio la vuelta al mundo un 6 de enero de 2005. El entonces capitán del Lazio celebró así el triunfo 3-1 sobre su eterno rival, la Roma, con su extremidad y palma extendida hacia la “curva nord lazial”, el sector donde se ubican los “Irriducibili”, la hinchada más radical de Italia. El ex jugador y ahora técnico, dice ser “fascista pero no racista”.

En el fútbol español, el art. 69 del Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol, incluye dentro de lo que se ha determinado como infracciones violentas a los actos o conductas violentas, racistas, xenófobas e intolerantes en el fútbol, entendiendo el propio precepto en cuanto a actos o conductas violentas, en su letra “C”, a la “entonación de cánticos que incitan a la violencia o constituyen manifiesto desprecio a las personas que intervienen en el encuentro”. En virtud del art. 72 del mismo cuerpo legal, por la participación activa de los actos violentos ya precitados, considerándose como infracción muy grave, se podrán imponer las siguientes sanciones: inhabilitación para ocupar cargos en la organización deportiva o suspensión o privación de la licencia federativa, cuando el responsable de los hechos sea una persona con licencia deportiva. La sanción, a su vez, podrá imponerse con carácter temporal (2 a 5 años) o, excepcionalmente, con carácter definitivo en los supuestos de reincidencia por la comisión de infracciones muy graves; en segundo lugar, sanción pecuniaria para clubes, técnicos, futbolistas, árbitros y directivos en el marco de las competiciones profesionales, de 18.001 a 90.000 euros y de 6.001 a 18.000 euros para el resto de competiciones. En este ámbito administrativo-deportivo se protegerá el buen orden deportivo.

Asimismo, hay que traer a colación el art. 510 CP en el que se preceptúa que “Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses”. De esta forma, el hecho realizado por Anelka hay que incardinarlo en lo que la doctrina penal ha considerado como el “lenguaje del odio”. Dicha situación puede trasladarse al ámbito español, dejando constancia de la poca invocación de dicho precepto ante los Tribunales al objeto de salvaguardar los derechos de los individuos, como consta en la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 2001; así, se podría imputar ante esos gestos discriminatorios la falta de injurias a la que se refiere el art. 620.2 CP que expone que serán castigados con la pena de multa de 10 a 20 días a “los que causen a otro una amenaza, coacción, injuria o vejación injusta de carácter leve, salvo que el hecho sea constitutivo de delito”, puesto que lo que se está amparando es el “honor” de un colectivo, y, por ende, debería aplicarse tal sanción penal junto con la deportiva puesto que la primera protege la conducta deportiva en los estadios y la segunda la dignidad y el honor del ciudadano perteneciente a un grupo. El propio Código Penal español advierte la posibilidad de ampliar las penas cuando se produzca la agravante del art. 22. 4 por el que se aumenta la pena en virtud de “cometer el delito por sus motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación sexual o la enfermedad o minusvalía que padezca”, de manera que en el caso en el que se considere delito de injurias se podrá aplicar dicha agravante. No obstante, el gesto de arrepentimiento del delantero francés, puede hacer valer una atenuante del art. 21 en su número 5 donde aparece la posibilidad de que el culpable repare el daño ocasionado a la víctima o disminuya sus efectos por lo que esta circunstancia le serviría al jugador para aminorar su responsabilidad.

En definitiva, nos encontramos ante un fenómeno que hay que detener de alguna un otra manera. El mundo del fútbol en general y sus actores, en particular, deben exigirse tolerancia cero ante el racismo y la discriminación, es más, como dice el conocido aforismo, “la mujer del César no debe sólo serlo sino también parecerlo”. Debe guardarse la compostura en los estadios y el pensar de cada cual debe quedarse en el ámbito interno, subjetivo pues en ese espacio no debe entrar la legislación, pero hay que tener cuidado en lo que se refiera a los límites entre el derecho al honor y la libertad de expresión, frontera que a día de hoy no está del todo nítida. Debemos entre todos construir el fútbol como un deporte cargado de valores y con un espíritu deportivo como se refleja en la Carta Olímpica, biblia absoluta de la regulación del deporte de nuestro tiempo. Viva el Fair play¡¡. Abrazo de gol¡¡¡.