Inicio 1ª División Era todo un espejismo: Valencia 2 – Español 2

Era todo un espejismo: Valencia 2 – Español 2

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efe valencia pizzi¿Saben qué sensación es esa que deja una ilusión cuando descubres que sólo era eso, una ilusión? Me imagino que la misma que deja la miel en los labios o remar para ahogarte en la orilla. Creo que es algo parecido lo que deben de sentir los aficionados ches. El Valencia controló el partido, como hacía con Djukic, pero no ganó, como hacía con Djukic. Encuentro muchas semejanzas entre ese Valencia y este nuevo de Pizzi: su ridícula presencia en el área rival y la vulnerabilidad frente a las contras. El Espanyol de Aguirre, curtido en esas lizas, sacó flores de un desierto con sólo dos gotas de agua.

El encuentro comenzó nervioso, agitado, encabritado. Como un caballo sin domar. Tres minutos bastaron para que John Córdoba adelantara en el marcador a su equipo tras una espectacular dejada de tacón de Sergio García en la frontal del área. Fue otro potro, Paco Alcácer, el que devolvió la sonrisa a la grada. El canterano recogió un balón bombeado de Banega (que volvía a la titularidad) para estampar su firma y conseguir de esa manera su primer gol en liga.

El partido siguió coceando pero sin llegar a dar a nadie. Ambos equipos tenían demasiada prisa por jugar. Los pelotazos frente a la presión y los regalos de balones en el mediocampo se sucedían uno tras otro y de manera alterna. Ya al final de la primera mitad los conjuntos fueron tomando sus papeles en la función. Poco a poco, el Espanyol se fue echando cada vez más atrás dejando al Valencia toda la posesión de la pelota. Como si fuera justicia divina, Jonas marcó de córner. El Valencia había remontado. 2-1. Y eso era noticia porque nunca lo había hecho en lo que llevamos de Liga. Pero sólo diez minutos después y cuando mejor estaba el Valencia, Mathieu comete un penalti tonto en la frontal del área sobre un John Córdoba que estaba de espaldas a portería. Sergio García demuestra quien es y se saca un zarpazo imposible para Diego “Parapenaltis” Alves.  El Valencia había hecho todo por ganar y se iba empate al descanso. No sabía lo que le esperaba.

 A la vuelta de vestuarios los equipos se metieron más aún en su papel. El Valencia fue un embudo y el Espanyol una botella. Los ches juntaban mucha gente en el centro del ataque, limitando las posibilidades y los espacios de Jonas, Alcacer y compañía, mientras que el Espanyol atacaba solo con dos hombres: Sergio García y John Córdoba se bastaban y sobraban para meter canguelo en el graderío local.  El Valencia volvía a ser ese equipo plano y anodino cuando tiene la posesión y frágil cuando debe correr para recuperarla. Los de Pizzi lo intentaron durante los siguientes 45 minutos pero Casilla solventó las pocas intentonas serias de un Valencia que debe mejorar en el aspecto físico si no quiere ver como el objetivo de Europa se convierte en un caballo desbocado sin atar: imposible de atrapar.