Un día de derbi en Madrid por mucho frío que haga siempre se presenta caliente, tanto en el césped como en la grada. Hoy no fue una excepción y desde el primer momento se vivió la emoción que despierta este tipo de partidos, a veces incluso demasiada dónde se viven momentos de máxima tensión en el terreno de juego. Alguno de esos jugadores a los que les invade el ambiente son Diego Costa y Pepe que se estuvieron buscando durante todo el partido protagonizando piques constantes.
El partido fue el soñado por los madridistas y lo peor que podía imaginar la afición colchonera. Los blancos dominaron de principio a fin del partido y recuperaron esa confianza que se esfumó en la final de Copa. Modric se hizo el director de orquesta y el Madrid jugó a su compás, mientras que la defensa estuvo colosal y Jesé demostró una vez más que debe ser titular en este equipo.
La primera parte empezó sin vacilaciones, al menos en los jugadores del Real Madrid que desde el primer minuto salieron a morder y a incomodar al Atlético de Madrid. Los blancos se aproximaban a la meta de Courtois cada vez con más peligro hasta que en el minuto 17 Pepe buscó el lugar, se orientó la pelota y disparó con la misma rabia que celebró el gol. El portugués tuvo la fortuna de que su disparo golpeó en Insúa y despistó por completo a Courtois. La afición estaba eufórica y el equipo también, viendo como estaban dejando totalmente fuera del partido a los hombres del Cholo. El Madrid lejos de relajarse siguió empeñado en llevar la batuta del partido elevando a los cielos a Jesé que desbordaba a su antojo. Las ocasiones se fueron sucediendo pero los blancos no tuvieron acierto de gol.
El inicio de la segunda parte empezó como acabó la primera, los blancos atropellando a los colchoneros y abusando de la portería de Courtois que tuvo en sus retinas todo el partido a la delantera del Madrid. Los blancos azotaron hasta que Di María recordó porqué fichó por el Real Madrid, asistencia de auténtico mago para que Jesé metiera la puntera y pusiese el 2-0 en el marcador. Una jugada de libro que seguro que entró en las hemerotecas de todos los entrenadores del mundo. El segundo gol elevó las revoluciones a tal punto que cada balón se convertía en una tangana hasta que Diego Costa vio la tarjeta amarilla.
El Atleti tuvo su oportunidad pero Modric sacó bajo los palos. Esa oportunidad solo fue un espejismo. Otro contragolpe, otro alarde de la confianza de la que gozaban los hombres de Ancelotti acabó con el tercer tanto, obra de Di María que disparó desde fuera. A partir de aquí el partido se destinó para las ovaciones y para el disfrute de la grada local.
El Real Madrid hizo un auténtico partidazo y goleó 3-0 al Atleti dejando la eliminatoria vista para sentencia en el Calderón.
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