Inicio 1ª División Llorar en tiempos revueltos

Llorar en tiempos revueltos

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La gran humareda que generó el bote de gas lacrimógeno lanzado al terreno de juego.
La gran humareda que generó el bote de gas lacrimógeno lanzado al terreno de juego. FOTO: @FutboolAlToque

José Requena.- El caos se apoderó del estadio. Se anunciaba por megafonía que todo el mundo desalojase El Madrigal y los jugadores de ambos equipos ya se habían marchado hacia el interior de los vestuarios. El partido estaba momentáneamente suspendido a escasos minutos de que Fernández Borbalán pitase el final. La razón, un bote de gas lacrimógeno que en el minuto 87 caía en el campo y comenzaba a propagar una nube de tal magnitud, que fueron contadas por miles las personas que abandonaban el feudo amarillo, entre lágrimas y tos. El encuentro se reanudó poco después para disputar el tiempo restante y, la guerra de posiciones que se había visto en el campo, pasó del fútbol a lo extradeportivo.

Trincheras de choque

Hasta el 30’ de la primera mitad no hubo ningún disparo entre los tres palos. La cuestión es que ambos equipos presionaban arriba y querían darle una dosis de velocidad a su fútbol. Era una constante lucha entre quién dispararía primero. La intensidad como arma, la posición como escudo, el balón como espectador. Si Juan Carlos o Yoel no hubiesen saltado al césped nadie les hubiera echado en falta. En la guerra todo vale, el Villarreal poco a poco notaba como se ganaba la posesión del esférico y el Celta mantenía la línea defensiva sin ningún haz de luz que la traspasara. La primera mitad finalizó con empate en el marcador y dejando la sensación de que el ‘jogo’ bonito brillaba por su ausencia. Ausencia que tuvo que desaparecer para dar paso a los protagonistas y a sus nombres propios.

De avanzadillas y vanguardias

Y cómo es el fútbol. La segunda parte fue una antítesis casi total. Lo único que se mantuvo fue la solidez del equipo vigués en lo defensivo. Tanto el equipo de Marcelino como el de Luis Enrique comenzaron a ver puerta. Cada internada de Giovanni y de Moi Gómez provocaba el posterior remate de Perbet o de Bruno. El Villarreal se sentía cómodo con el balón, el Celta cómodo sin él. El fútbol es el fútbol, y tras una falta botada por Álex López desde la izquierda, Orellana remataba y se colaba en la portería de Juan Carlos, que nada pudo hacer ante tal remate. El equipo celeste se adelantaba en el marcador tras haber demostrado una muy buena solidez defensiva. Sin embargo, tanto Rafinha, Augusto como el propio Orellana, habían estado desaparecidos en combate, a excepción de Santi Mina.

Tras la reanudación del partido a causa del bote de gas lacrimógeno, Nolito aumentó la ventaja visitante con un perfecto lanzamiento de falta que sorprendió a Juan Carlos y daba por finiquitada la victoria del Celta de Vigo. El equipo gallego se marcha a 8 puntos de puestos de descenso. El Villarreal, por su parte, ve truncada su ocasión de acercarse a puestos de Champions League si el Athletic ganase en San Mamés.

En la guerra, Santi Mina

El canterano del conjunto que dirige Luis Enrique dejó varios detalles de calidad. El primero, tras robar un balón a Tomás Pina, se la acomodaba para su pierna buena y disparaba un fusil que se marchaba cerca del poste derecho del portero, una declaración de su intento por hacer gol. El segundo protagonizaba la jugada del encuentro. Con el balón en sus pies, le tiró el caño a Dorado, se marchó en velocidad, Mario entraba en la cobertura y el propio Santi Mina se hacía un autopase y se posicionaba solo en la frontal del área. Su disparo lo atrapó Juan Carlos sin mucho peligro, pero la delicia de cómo llegó a conseguir armar el disparo es digna de contar.

Al final, victoria de los gallegos por cero goles a dos. Una racha de escándalo. Mientras, el Villarreal palidece las bajas y hace saltar las alarmas tras dos jornadas sin ganar. El próximo partido amarillo es frente al Espanyol en Cornellà El Prat. El Celta, por su parte, se medirá en su estadio frente al Getafe de Luis García.