Inicio 1ª División La clave del equilibrio: Luka Modrić

La clave del equilibrio: Luka Modrić

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En el minuto 58 del partido Croacia-España, con el cual se finalizaba la fase inicial de la Eurocopa de 2012, se produjo una jugada que pudo haber cambiado el rumbo de tal partido (probablemente no del destino de la selección española). Un menudo, delgado y bajito jugador croata recibió el balón en la banda derecha, avanzó teniendo pegado a un defensor español. Cualquier otro jugador se habría atrevido a driblar al defensor para después disparar a portería o quizá si hubiera sido algún otro jugador más conservador habría pasado el balón hacia atrás a posiciones más seguras. Pero el jugador bajito y delgado inteligentemente esperó a que algún compañero subiese en el contraataque y cuando vio que por el lado contrario se había incorporado su aliado, con una elegante rosca le puso el balón en la cabeza a solo dos metros de la portería donde se encontraba casi indefenso Iker Casillas. La jugada, afortunadamente para España acabó con un gran parada del portero madridista. Pero para cualquiera que hubiera visto con ojos más o menos imparciales el desarrollo de la jugada, recordaría no solo la gran actuación del portero, sino también el nombre de aquel enclenque jugador de pelos rubios: Luka Modrić.

Su fichaje por el Real Madrid ese mismo año no dejó de sorprender. Resultaba extraño que un entrenador como Mourinho aceptase (no sé si fue iniciativa suya o le fue impuesta la contratación) a un jugador que se encontraba en las antípodas de su concepción futbolística: no era robusto, ni especialmente rápido; tampoco brillaba en tareas defensivas ni en su capacidad de lucha. Si en algo destacaba era en su faceta técnica. Pero por eso mismo: ¿cómo encajarlo en un medio campo aguerrido con Khedira, Di Maria, Alonso o Essien? Los primeros partidos parecieron confirmar los peores augurios. El croata no se acomodaba al estilo de juego. Hasta llegó a ser pitado por el exigente público madridista. Pero todo cambió radicalmente gracias al decisivo gol que marcó en la eliminatoria de Champions que el Real Madrid disputaba en Old Trafford frente al Manchester United. A partir de ahí, el juego del croata ha ido mejorando partido tras partido, siendo probablemente el jugador más en forma de la plantilla. Resultará hasta paradójico pero quizá sea ésta la única aportación positiva de Mourinho al club blanco en esos tres años de penitencia que han padecido los aficionados madridistas.

Pero el valor del croata en este equipo va más allá. Si Alonso es el metrónomo que marca la salida del balón así como es el seguro defensivo, Modrić es quien establece la velocidad y ritmo en el ataque. Es quien mueve al equipo, el que encuentra el mejor pase posible, quien espera pacientemente el desmarque del delantero y quien con precisión cirujana envía mortíferas asistencias. Si a esto le sumamos su gran visión para situarse en el medio campo, su notable capacidad defensiva y sus inesperadas apariciones en la línea de ataque, la conclusión a la que se llega es que si mantiene esta línea de juego estamos ante un jugador de una altura y dimensión cercana a los grandes mediocampistas que ha tenido el Real Madrid. Todo ello, por cierto, con elegancia y sin aspavientos. Y es que en mi opinión, el equilibrio que tanto ha ansiado el entrenador madridista dadas las fuerzas centrífugas que dificultan el logro de ese objetivo y que cristaliza en jugadores como Di María, Ronaldo o Marcelo, ha sido alcanzado en la medida que el peso de Modric en el juego madridista ha ido creciendo hasta alturas cercanas a la perfección de otros locos bajitos de apellidos hispanos. El Real Madrid, por fin, con Alonso y Modrić tiene un centro neurálgico y no neurótico en el medio campo.