Inicio 1ª División Se avecina tormenta

Se avecina tormenta

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F.C. BarcelonaDaniel Mata.-  Decían que ya no era el mismo. Decían que su juego estaba a años vista del mostrado años atrás. Decían que Messi había perdido la ilusión por este juego. Decían, Decían… Basta con que pinchen a la bestia para desatar una tormenta perfecta, una tormenta de fútbol. Puede dar buena fe de ello el Rayo Vallecano, el mismo que hace una vuelta desató una revolución tras arrebatarle el balón a los de Gerardo Martino tras 5 años sobando la pelota. Llegó el momento de calibrar fuerzas, con el Etihad Stadium a la vuelta de la esquina y con la final de Copa en el bolsillo. Se ha hablado de un estadio vacío, de un vestuario roto, de clanes dentro del mismo… La única verdad es que este Barça llega a un momento crucial de la temporada, y lo hace mostrando su mejor fútbol, resucitando a aquellos que parecían estar muertos, pero que resulta que solo dormitaban, esperando a que esos periodistas (por el título solo) vociferaran y echaran espuma por su boca.

El set de los culés a los franjirrojos puede resultar oportunista pero no lo es. Y es que cualquiera que viera el partido pudo apreciar numerosas similitudes entre este Barça y aquel que te obligaba a callar y a aplaudir. Pudimos ver a un Iniesta recuperado, deslizándose sobre el césped del Camp Nou. Lucían como botas, pero lo que el manchego calzaba se asemejaba más a unos patines en línea. Todos patinaron al compás de Andrés, que paraba, miraba y repartía a gusto de todos. Luego está el caso de Cesc Fàbregas, capaz de detener el tiempo a su antojo. Yo, que soy lento de vista, tuve que esperar a los highlights para apreciar este preciado don del de Arenys. Todos nos hemos vestido alguna vez de jugadores de fútbol y hemos gritado a la pantalla ese pase que solo nosotros vemos al poseer una privilegiada vista cenital. Cesc demostró el sábado que posee ese plano en su cabeza, pero a pie de campo. También volvió Neymar tras un mes de ausencia. Se le vio lento, renqueante, nada fuera de lo normal. Aun así el brasileño brindó a la grada el gol de la noche, tras una arrancada llena de fuerza, culminada con un zapatazo que puso a prueba a su recuperado pie derecho.

Y por último (vaya último) aquel que perdió repentinamente “la pasión por jugar”, aquel que superó a la Saeta Rubia del Real Madrid e igualó a Raúl González como tercero máximo goleador histórico de la Liga, aquel te igual que cose que te hace un descosío y que sigue destrozando todo lo que encuentra a su paso. A este hay que echarle de comer aparte. Desequilibrante, goleador, Messi en estado puro, no hay más. Sí, siempre hace la misma, debería ser un hándicap para él, pero no, nadie le para, dejen de preguntarse por qué, porque no tiene explicación.