Un partido frío. En un ambiente frío. A pesar de jugarse en mitad del Mediterráneo y no en la Europa del este. Un desértico estadio de Nicosia contrastaba con la convulsión del país de origen del supuesto equipo local. Tanto el Dínamo de Kiev como el Valencia se contagiaron de esta desolación. La apatía campeó en el terreno de juego hasta el minuto 70. Cuando Vargas y Feghouli pisaron el verde. El chileno salió al campo y cambió apatía por ambición. Materializó de cabeza un córner para abrir el marcador. Feghouli acabaría por casi sentenciar la eliminatoria con el 0-2 definitivo.
Un partido donde el que más jugó fue Pizzi. El técnico argentino planteó un encuentro con cuatro mediocentros –Keita, Parejo, Javi Fuego y Míchel– para ahogar y anular la mayor virtud del Dínamo de Kiev: el ataque. Construyó un equipo para mantener la pelota y asfixiar a Belhanda, el mayor referente de los ucranianos mientras no esté Yarmolenko, hoy sancionado.
Todo fue según lo planeado. El Valencia se encontró con un Dínamo de Kiev espeso tanto en lo físico (la liga ucraniana realiza un parón invernal de más de dos meses), como en lo psicológico (por los accidentes y el estado de convulsión que vive el país). Así que el Valencia se guió por la ley del mínimo esfuerzo: no dejó jugar al contrario pero tampoco generó peligro.
Esto acabó en el minuto 70, cuando entraron Vargas y Feghouli al campo. Pizzi vio que podía rascar algo más que un empate y se lanzó a por la victoria. Las ocasiones se sucedieron guiadas por Feghouli pero, sobre todo, por el chileno Vargas. Sería el propio ex del Napoli el que abriría el marcador a diez minutos del pitido final.
Salvo un balón suelto que pasó sin dueño por el área pequeña, el Valencia no concedió ocasiones a un Dínamo de Kiev con la cabeza en otra parte y casi despidiéndose de la competición europea. Feghouli, en el añadido, acabaría por doblar la ventaja con el 0-2. Metiendo un pie y medio en octavos de final de la Europa League.
Follow
