Inicio 1ª División Varapalo en el Reyno de Navarra

Varapalo en el Reyno de Navarra

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José Requena.- El Atlético de Madrid se estrelló donde se estrellan los líderes de la Liga BBVA. Al igual que Barcelona y Real Madrid, no consiguió llevarse la victoria de un Reyno ingobernable. Peor aún, el equipo del ‘Cholo’ Simeone no pudo ni siquiera generar un gol, y dada la ironía que se palpaba en el ambiente, el equipo menos goleado se llevaba tres para enmarcar, tres tantos que dejaban cierto olor a malestar.

Quien a hierro mata a hierro muere

Cejudo celebra el primer tanto navarro. FOTO: Marca.com
Cejudo celebra el primer tanto navarro. FOTO: Marca.com

Novela de ficción o terrible pesadilla. Los once jugadores que saltaron al césped con la indumentaria negra y amarilla sucumbieron ante sus dos guadañas más mortíferas. Los triunfos en Milán, La Rosaleda, en el Bernabéu la pasada final de Copa… hacían rememorar el dicho ‘donde las dan las toman’. Una de dichas armas, la suerte, llevaba vistiendo la elástica colchonera desde que el Cholo llegó al trono, y hoy, se pasó al otro bando. La otra, esa referente a la estrategia a la que tantas veces el Atlético había recurrido, se vistió de rojillo en el minuto 6 y puso el esférico en las botas de Cejudo, que remataba a gol con el pie derecho en el interior del área pequeña. Ver para creer.  La zaga rojiblanca se había quedado encasillada y la defensa en zona no funcionó como contaban las leyendas. Ni Alderweireld ni Godín pudieron ver como el dorsal 16 del conjunto navarro entraba solo y quemaba la red.

Cuando sale, sale

Armenteros y su pierna izquierda, sin nada que envidiar a Gareth Bale. Corría el minuto 21 en el Reyno de Navarra cuando el argentino se posicionó para su zurda y soltó el misil al que no pudo llegar Courtois. Eran dos los goles en terreno hostil, dos disparos entre los tres palos que movían el marcador. No estaba siendo el día del Atlético que no encontraba fuelle, ni intensidad, ni buen juego, ni mucho menos ocasiones. Tras un amago de despertar, en el minuto 41, Roberto Torres hacía el tercero tras un centro desde la izquierda de Damià. Es curioso que entre tres defensas rojiblancos, el navarro pudiera rematar a placer, abajo y picado, donde a los guardametas de dos metros les duele llegar. Con una defensa atlética de futbolín en toda regla, ambos equipos se iban al vestuario con caras muy diferentes. El semblante de los navarros era de orgullo y de trabajo bien hecho. El del Atlético, de resignación, a la espera de la charla del ‘Cholo’ y de una remontada casi imposible.

De olas y olés

Los asiduos a las casas de apuestas no daban crédito a lo que había ocurrido en los primeros 45 minutos de juego. El, hasta el momento, colíder de la liga caía por tres goles a cero ante un rival que luchaba por la permanencia. Javi Gracia había conseguido sacar oro de la mina y sus ‘once magníficos’ habían estado sensacionales. La zaga rojilla estuvo dotada de la solidez defensiva que palideció ante Villarreal. Lotiès y Miguel Flaño tenían bien cercado a Diego Costa, y Damià y Marc Bertrán sabían cómo taponar el buen juego de bandas rival. Un equipo compacto y seguro, no dejando margen a un Atlético que nunca pudo creer en la remontada.

Tras el tres a cero, Osasuna controló la situación, no salió a buscar el cuarto, conservó las reservas y se mantuvo firme en todas sus líneas. Ya en el minuto 50 se escuchaban los olés de la grada y a falta de quince para el final el Reyno de Navarra se había convertido en una feliz y eufórica playa. La cuestión quedó en qué pica habrá usado Javi Gracia con sus jugadores para que el metal grisáceo que salía de su fútbol se hubiese convertido, de la noche a la mañana, en oro de la más alta cotización.

Al final, un merecido triunfo que aleja al Osasuna de los puestos de descenso, y una amarga derrota que deja a los del Cholo en caída libre, a la espera del derbi en el Calderón.