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Época de dudas

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imagesCAT36FMBDesirée Amaro, Coach Personal y de Equipos.- Ilusión, confianza y compromiso son palabras que se repiten en boca de los entrenadores en el inicio de todas las temporadas. En agosto, con buena temperatura y un horizonte por delante para navegar, se emprende un viaje lleno de expectativas. La vida vuelve a ser de color verde, hay muchas ganas de volver al banquillo, al vestuario y al césped.

Ahora en marzo, en la recta final de la temporada, ¿qué queda de esa ilusión? Para algunos entrenadores es una época de dudas y la dimisión en una opción que se baraja seriamente.

No todas las situaciones que provocan una dimisión tienen el mismo origen, hay que ser conscientes de que detrás de la expresión voy a dimitir siempre hay distintas historias, aunque todas tienen en común que nos hablan de un equipo que parece un barco a la deriva.

En todo caso, existen diferentes tipologías de dimisiones, unas son una estrategia de presión, ya sea hacia el club o hacia los jugadores, como un último esfuerzo para retomar un timón en aguas donde se ha instalado la apatía y una profunda decepción.

Detrás de otras dimisiones el entrenador argumenta y piensa que ya no se merecen su dedicación, aparece el malestar por el tiempo que se le quita a la familia, se está dolido por la falta de respeto de un vestuario que se percibe como un caos, sin disciplina ni compromiso, o incluso se argumenta la escasez de recursos económicos o técnicos.

Otras dimisiones son crónicas de una muerte anunciada, en las que tienen un peso decisivo los resultados, pues si son negativos ni siquiera el propio vestuario confía en el entrenador.

Apatía, decepción, necesidad de liberación, sensación de fracaso son las emociones más comunes, y la clave para entender esta situación es dónde sitúa el entrenador la responsabilidad de esta situación.

Los argumentos o razones para justificar la decisión pueden ser variados, pueden provenir de razones externas e internas, pero lo que está claro es que o se asume parte en ese fracaso o no se tiene margen de mejora para el futuro,  ya que sólo si somos parte del problema somos parte de la solución.

Por ello, invito a recordar que tanto los éxitos como los fracasos condicionan nuestro futuro, y sólo en los fracasos hay aprendizaje, como en un partido unas veces se gana y otras se aprende.

La decisión de dimitir es muy difícil, en muchos casos entran en juego incuestionables valores personales, es una decisión que debe respetarse siempre pero es fundamental que vaya acompañada de un proceso de reflexión.

En este sentido hay dos opciones, o bien mostrarse como una víctima, lo que sólo aporta quejas y lamentos, o bien analizar nuestra trayectoria para descubrir qué competencias y recursos se han de trabajar para el futuro.

Una sugerencia final: aprender a escuchar las necesidades del vestuario, definir y afianzar conceptos como liderazgo y autoridad, aprender a generar alianzas en el equipo al inicio de la temporada, aprender a gestionar conflictos y saber aliar los objetivos individuales con los del equipo, son los elementos clave de una estrategia de futuro. La temporada es un largo viaje, por lo que cuanto mejor preparemos el equipaje, mayor garantía tendremos de acabar la travesía.