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Música clásico

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Toda una vida de rivalidad sobre el terreno, el gran Barça de Kubala, el Madrid de don Alfredo, el dominio de los blancos con Amancio, Pirri y Gento, las gestas de Johan Cruyff, los múltiples 5 a 0.

Partidazos con polémica marcados por errores amor y odio de la grada hacia algunos jugadores, como Figo y Luis Enrique vistieron ambos colores, para algunos fueron héroes, para otros serán traidores.

Leyendas como la quinta del Buitre o como el Dream Team, los golazos de Raúl, la magia de Zinedine, la afición blanca aplaudiendo a Ronaldinho en su dribling, Mourinho contra Guardiola, en la sala de prensa el ring.

Corren sobre el césped 22 y el colegiado, no valdrán antecedentes, solo el mismo resultado, la pasión entre la gente, cánticos de aficionados, el eterno duelo entre dos grandes clubs enfrentados…

Este es un extracto de “El Rap de El Clásico”, entonado por Bruno Feliu Garcia, un barcelonés, y reconocido culé, que pone música al Madrid-Barça número 227 de la historia (en competición oficial). 90 victorias blancas y 88 blaugranas. La igualdad se traduce también en el número de goles, 380 del actual líder por 366 del equipo culé, más de 3 dianas aseguradas por encuentro. Este domingo, nueva entrega de un partido que se ha vuelto machacón y redundante en los últimos años, pero que en esta ocasión llega con un aura de normalidad que solo algunos medios se han encargado de contaminar con una polémica estéril, que más que favorecer al espectáculo solo busca aumentar los índices de share. Dos entrenadores, dos santos, por qué no decirlo, que no han sacado los pies del tiesto en lo que va de campaña. Atrás quedaron ya esas batallas dialécticas (y no tan dialécticas), los dedos en ojo ajeno, con Francesc Satorra a pie de campo como espectador de lujo.

Clásico

Sería de necios echar mano al tópico y decir que son solo 3 puntos más. El Barça se la juega, punto. Todo lo que no sea salir del feudo madridista con la victoria en la buchaca, será sinónimo de un adiós anticipado a la Liga. Aun así, los del Tata seguirían sin depender de sí mismos, ya que el principal beneficiado de la victoria culé sería el Atlético de Madrid, que se auparía a la primera posición de la tabla, siempre que los colchoneros hagan lo propio 4 horas antes en el Benito Villamarín. La derrota alejaría años luz a los blaugranas de su vigésimo tercer título liguero. El único aliciente sería ver si a los del Cholo le quedan suficientes litros en el depósito o por el contrario parpadea la luz de la reserva en el último tramo de la temporada. Cabe preguntarse qué Barça nos espera este domingo, si un equipo dubitativo, sin ambición y sin hambre de fútbol como el mostrado en Pucela o Valencia, o aquel que echó por tierra muchas quinielas y eliminó, casi sin oposición, al City de Pellegrini.

Pónganse cómodos y, ¿por qué no?, formen parte de esos 400 millones de espectadores, tomen partido de este espectáculo que en cada edición se convierte en el partido del siglo y paralícense junto con el mundo cuando Undiano pite el inicio. Pocos encuentros aglutinan en poco más de 7.000 metros cuadrados a una constelación tan extensa. Muchos quilates sobre el césped, muchos ojos con la vista puesta en la capital de España. Solo queda pedir que los 22 que formen de inicio no me dejen como un inocente periodista y se hablé más de lo puramente deportivo y no de una ruptura de esa normalidad.