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El fútbol no es sexo telefónico

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aficionados-schalke--478x270Puede llegar a emocionarte a distancia e incluso generar sensaciones cercanas al orgasmo pero no, el fútbol no es sexo telefónico. Muchos estarán pensado que a qué viene esta sandez pero créanme hay gente a la que no le ha quedado muy clara esta diferencia. Lo peor de todo es que estas personas de las que hablo son las encargadas de dirigir el fútbol español. Sin ir más lejos la directiva del Fútbol Club Barcelona ha anunciado hace apenas unos días una nueva canallada contra el aficionado: la entrada más barata para ver la ida de los cuartos de final de la Champions contra el Atlético de Madrid costará 93 euros.

Más de un euro por minuto para ver el partido desde el cuarto anfiteatro, allá donde los jugadores se aprecian como hormigas. Estamos de acuerdo en que el encuentro es inmejorable, pero ¿quién se puede permitir esos precios? Lo más penoso de todo es que este es uno más de muchos miserables casos en que los hombres de traje de nuestro fútbol se han empeñado en ver sus estadios vacíos y desamparados. Lástima que no lo hayan conseguido.

A muy pocos madridistas o colchoneros se les olvidará el más que desorbitado precio de las entradas para la última edición de la final de la Copa del Rey. Ya pareció exagerado que para ver un derbi en el que había un título en juego se cobraran 50 euros por verlo desde el palomar. Imagínense ahora pagar casi el doble para atisbar desde las alturas un choque en el que seguramente no quede nada decidido. Ni hablar ya del precio que Osasuna ha puesto a las entradas para ver a su vecino la Real Sociedad. Entre 90 y 110 euros valdrá estar en el Sadar para un partido de Liga. Y luego tendrá la desfachatez el señor Tebas de decir que un aficionado que ve el fútbol por Internet daña a su equipo.

Los que dañan a nuestros equipos son aquellos que ponen unos precios totalmente inasequibles para el aficionado medio. Aquellos que han hecho que acudir a los estadios se convierta en una excepción a celebrar cuando debería ser una peregrinación rutinaria cada quince días. Aquellos que luego querrán el mejor ambiente para que la televisión tenga su espectáculo y sus ingresos asegurados. Por mucho que se empeñen en cobrarlo como tal, el fútbol no es sexo telefónico.