Inicio 1ª División El Betis se condena ante el Málaga

El Betis se condena ante el Málaga

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EFE Málaga celebraciónBenito Villamarín, Sevilla. El Real Betis Balompié ha caído (1-2) en la trigésimo primera jornada liguera ante el Málaga CF. Los fallos, la desmoralización, la madera y hasta la providencia intercedieron para que un gol de Lolo Reyes fuese superado en la segunda mitad por tantos de Juanmi y Darder. Con la derrota, el Betis pierde uno de los últimos trenes para lograr la machada y permanecer en Primera División.

Por las gradas del Benito Villamarín corría un run run según la noche iba cerrándose en torno al césped del feudo verdiblanco. Emoción contenida, quizás, ante la posibilidad de iniciar una remontada de época para desgracia de sus rivales. Tras una temporada de penurias, claro está, ya nadie duda de que este Betis está erigido con cartas de baraja española a modo de pilares. En cuanto sopla el viento, el castillo se tambalea. Pero en la fuerza que mueve a millones de personas de todo el mundo a acudir semana a semana al fútbol radica la ilusión que genera. En Sevilla, donde la pasión aflora a la mínima y donde la temporada es un tobogán que sube y baja, la ilusión lo es todo.

Así acudió la parroquia local a ver a su equipo, con chubasquero, paraguas y muchas dosis de paciencia. Hubo unos primeros compases de impás, en el que aficionados y jugadores esperaron a que la lluvia cesara para salir de su escondite. Cuando todos tomaron asiento llegaron las carreras, los espacios, los «uy». A los de Gabi Calderón la sabana africana avistada a espaldas de la zaga malagueña les hizo la boca agua. Una y otra vez buscaron esquivar la vigilancia de los centrales, con galopadas aquí y allá no muy precisas.

EFE Rubén Castro Betis decepciónEn una de esas quedó el esférico huérfano, rodando por la corona del área y gritando ayuda. Apareció raudo Lolo Reyes, que pidió pausa con un amago que tumbó media Muralla China para después chutar seco rozando el palo. El embrujo de la noche sevillana hizo el resto, y Willy Caballero no pudo más que ayudar en la labor de apuntar el gol en la libreta del colegiado.

A partir de ese momento, sólo hubo Betis. No dominio bético, no. Hubo Betis; esto es, se subió a la cima de la montaña para resbalar en el momento más inesperado, ascendiendo de nuevo cuando nadie apostaba ya nada para caer con estruendo inmediatamente después de forma definitiva. Betis. Musho Betis. Se lanzaron todos a por la meta de Caballero en la segunda mitad, hilvanando jugadas que ya las quisiera para sí Xavi Hernández unas veces,  como flechas fulgurantes desbocadas otras -para desconsuelo segundos después de los talibanes del toque. La sentencia pudo llegar, pero pronto fueron los locales los que se vieron entre rejas.

Mateu Lahoz tenía ya hinchados los pulmones para que el pitido final lo escuchasen incluso los vecinos de Heliópolis desde sus salones cuando todo se derrumbó. Amrabat rompió los cristales de palacio por el costado derecho sin que Javi Chica pudiese llamar a seguridad. Fue demasiado tarde. Juanmi empujó el balón y la brisa, que había corrido leve y calmada hasta ese momento, se convirtió en tornado.

Del castillo de naipes no quedó nada en pie, ni tan siquiera el Faro de Alejandría N’Diaye, que sucumbió ante la pierna de Caballero. Cayeron las plantas de cartas erigidas por Calderón de forma casi guionizada. En los colapsos totales de edificios y en las tempestades incontroladas se aprecia a veces un punto de belleza, un halo de locura fantástica, inexplicable. Ocurrió cuando los locales flaquearon sin que el banquillo se moviera. Creció el murmullo por las cuatro gradas y, para cuando todos miraban incrédulos al técnico argentino pidiendo cambios, el Málaga se coló por la ventana. Darder disparó entrando como puñal por el corazón del área de Adán y las luces se apagaron.

Así cayó el Betis, como sólo aquellos que visten la camiseta verdiblanca podrían hacerlo. Sabiendo que la debacle a priori desbocada no es más que parte de su ADN, la razón de ser de su otra mitad, sin la que no tendrían sentido las alegrías y emociones que vendrán. Perdió el Betis como sólo esa entidad sabe hacerlo, para después, ya se intuye, volver más Betis que nunca.