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Victoria dedicada al cielo

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JOSÉ REQUENA-. El Barça ya no es lo que era. Consiguió superar al Villarreal por dos goles a tres en El Madrigal y, aunque los disgustos en el conjunto culé incrementan por momentos, el club azulgrana no ganó por un juego extraordinario, sino por insistencia.

Busquets llora en el minuto de silencio por el fallecido Tito Vilanova. FOTO: SPORT
Busquets llora en el minuto de silencio por el fallecido Tito Vilanova. FOTO: SPORT

Bastante dura era la situación en la que se encontraba el barcelonismo antes de disputar el partido. La eliminación de Champions, la derrota liguera ante el Granada y el no proclamarse campeón de la Copa del Rey hicieron mucha mella en el club de La Masía. A esto, se le añade el reciente fallecimiento del que fuera segundo entrenador y posteriormente técnico del Barcelona hasta el principio de la presente temporada, que recayó en su lucha contra el cáncer y que le mantuvo fuera de los banquillos y del visor mediático.

Tal vez merecían posponer el encuentro, pero lo visto en el terreno de juego de El Madrigal mostró a un conjunto mermado y abatido, pero que no dejó de insistir en todo momento. Las aspiraciones de liga siguen presentes. Se enfrentaban a un Villarreal con una marcada línea descendente, tras la derrota en La Rosaleda en la pasada jornada y una imagen pésima de lo visto en la sensacional primera vuelta amarilla.

Marcelino García Toral había alineado a su equipo de gala y Gerardo Martino hizo lo propio. Perbet y Tomás Pina tuvieron que abandonar el campo y ser sustituidos durante la primera mitad tras sufrir varias molestias, el primero en un choque con Dani Alves. El partido se encontraba en un ida y vuelta constante: paradas de Asenjo y ocasiones para el Villarreal que hacían que fuese un espectáculo para los aficionados. Precisamente, en este ‘correcalles’, una acción de Jonathan Pereira por la banda izquierda y el posterior pase hacia Cani, conseguían que el aragonés, al primer toque, adelantara a los amarillos justo en el límite de la primera mitad. Duro golpe el que asestaba el Villarreal, otro más en la escuadra culé.

El Barcelona volvió más enchufado y menos apático. La llegó a tener Messi en un disparo cruzado que atajó Asenjo pero, hasta el momento, nada podía perforar la meta de los de Marcelino. En una jugada a la contra, Aquino centraba desde la derecha y Trigueros remataba sin marca a la derecha de Pinto, que no pudo hacer nada para desviarlo. Era el segundo golpe, pero el Barça no desistía en su empeño y atormentaba a la meta local. El primer gol de los del ‘Tata’ llegaba tras un disparo de Alves que rebotaba en Gabriel Paulista y se colaba en la portería de Asenjo. El Villarreal se sentía asfixiado, Dani Alves y Adriano; Messi, Alexis y Pedro. Estaban siendo los desvirtuadores de un conjunto amarillo que había tenido la victoria muy cerca pero que vio como Musacchio, tras un centro de Dani Alves (de nuevo), remataba sorprendentemente a su portería y ponía el empate en el marcador.

Busquets lloró con razón. Tito ha sido una gran pérdida para el conjunto culé y Messi estaba siendo el protagonista, el que quería conseguir la victoria y dedicársela a su ex entrenador fallecido. Y así lo hizo. El propio Busquets ponía el balón entre líneas a Cesc y éste hacía lo propio con Messi que consiguió superar a Asenjo y tomar el rumbo de la victoria. Un partido, como vino a ser el que disputó frente al Athletic, que fue un tanto extraño. A pesar de la superioridad con el esférico, el aficionado que hubiese dejado de ver el encuentro tras el gol de Trigueros, no creería con total certeza qué es lo que había ocurrido. Sin más ni más, el Barça se llevó la victoria. Sin más ni más, hoy los jugadores azulgranas tenían puesto el corazón en el cielo. Como reza el dicho de Unamuno: «aquel que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él», y eso, sin duda, es lo más importante.