Inicio 1ª División Crónica de un descenso anunciado

Crónica de un descenso anunciado

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EFE Baptistao BetisEl domingo, siete minutos pasadas las seis de la tarde, celebró la afición del Getafe congregada en el Alfonso Pérez un gol de Adrián Colunga. Tras noventa minutos, el electrónico se mantuvo inamovible. El 1-0 propició una bocanada de aire fresco para dar aire a los azulones y, a la vez,  ahogar definitivamente al Betis.

En Sevilla, los verdiblancos quedaron desahuciados restando aún cuatro encuentros. Con la hinchada bética marchando camino al Villamarín se confirmó la debacle. El partido ante la Real Sociedad pasaba a ser un mero trámite. Después de una campaña desastrosa en todos los frentes el Betis se hundió sin remedio antes de saltar al césped. Una imagen que resume el retroceso sufrido en menos de un año.

Quizás a este Betis la escalada hasta cotas europeas de manera fulgurante le ha terminado por pasar factura. El equipo recién ascendido que  debía “luchar por la permanencia para lograr la estabilidad institucional y deportiva necesaria”, en palabras de sus dirigentes, en un abrir y cerrar de ojos desplegó un fútbol carismático y efectivo que elevó el nivel de exigencia más allá de lo permitido. Por méritos deportivos propios los heliopolitanos construyeron un edificio que, sin embargo, flaqueó al apoyarse en un entramado económico e institucional demasiado débil.

EFE Rubén Castro Betis decepciónEn dos años, la parroquia verdiblanca pasó de soñar con el ascenso a pensar en disfrutar de un año plácido con el retornado EuroBetis. Acusar de culpable a una afición a la que su equipo le permite ilusionarse sería errar el tiro, pues el fútbol vive y se sustenta en esa pasión –a veces irracional- que lleva al aficionado a pensar que siempre hay opciones de ganar.

Quizás, simplemente, al Betis como entidad la temporada 13/14 le pilló con el paso cambiado. Desde el comienzo, con la marcha de los pilares del éxito –Beñat, Adrián, Cañas,…- el reto fue importante. Las limitaciones económicas, de obligado cumplimiento, hicieron el resto. En esa situación, para unos la directiva fue valiente y para otros suicida. Pero lo cierto es que la jugada de afrontar una campaña con trece caras nuevas contiene un riesgo evidente.

La temporada anterior el resultado fue extraordinario; un año después, por el contrario, nada funcionó. En cuanto el rendimiento del Betis bajó se tomó la segunda decisión controvertida y a la postre capital. Destituir a Pepe Mel podía dar una salida rápida y efectiva para cambiar el rumbo o significar la desestabilización completa del proyecto. Una vez más, el paso del tiempo evidenció que el camino tomado fue el equivocado.

Lo que siguió es por todos conocido, un encadenado de desdichas y desgracias que vino a contrarrestar las sensaciones de la temporada pasada. Al Betis capaz de lo mejor y de lo peor esta vez le salió cruz, y todas las señales condujeron ya al descenso.

Con la perdida de la categoría los verdiblancos vuelven a la casilla de inicio, aunque parten con un valioso mapa en la mochila con indicaciones sobre cómo no debe llevarse a cabo una temporada. En las manos de los responsables de la entidad queda ahora el optar definitivamente por aprender la lección y avanzar con cautela o tirar la ficha al aire para volver a depender de la fortuna.