Inicio Polideportivo Ciclismo La tormenta del Giro no cesa en Italia

La tormenta del Giro no cesa en Italia

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Nacer BouhanniTras un fin de semana de excursiones, lluvia y penuria en la isla de Irlanda, la caravana del Giro se trasladó ayer hasta el sur de Italia. Los ciclistas, citados esta mañana en Giovinazzo, partieron en una -a priori- corta y plácida etapa de 112 kilómetros hasta Bari. Por el camino, en un punto indeterminado entre la costa atlántica y la del Adriático, se quedó Marcel Kittel. El portento alemán, ganador de la segunda y tercera etapa, abandonó por enfermedad y desde ese momento dejó volar la imaginación de sus rivales al sprint.

La región de Apulia, donde el agua se recoge con cuidado y se raciona, dio la bienvenida al pelotón multicolor haciendo un guiño cruel al paisaje que se dejaba atrás. La mayoría esperaba poder rodar por fin con un maillot secó y se encontró una tormenta. Bíblica. Dado lo recortado de la etapa, y con el aguacero repiqueteando por cuarto día consecutivo en el cuadro de los ciclistas, pronto se vislumbró el recorrido final definido para cerrar el día.

Un circuito urbano de esos a los que se le cuelga el cartel de «espectacular» y no es más que una emboscada para los equipos, que no pueden más que consignarse y rezar por no besar le asfalto. Aunque, a veces, sí que hay más opciones. En el corazón del pelotón comenzó a fraguar la rebelión y desde ese momento la etapa se convirtió en una negociación sobre ruedas entre los hombres fuertes del grupo y los organizadores.

Al final hubo sprint en las calles de Bari. No lo volvió a ganar Kittel partiendo desde su casa porque habría levantado demasiadas suspicacias, así que quienes en días anteriores murieron en la orilla se encontraron con la puerta abierta de par en par y con el tesoro esperando. El Cannondale de Elia Viviani comandó la última entrada violenta y fulgurante del pelotón en la ciudad costera. Su vagón quedó despedazado momentos después en una de las temidas curvas sobre las que se había alarmado, cuando ya se relamían pensando en un «hoy sí». Con los últimos metros convertidos en pista de patinaje, llegar a la recta de meta erguido fue la única preocupación de la mayoría.

Tuvieron suerte, o pericia, Giacomo Nizzolo y Nacer Bouhanni. Ambos se disputaron la victoria en un tango desbocado en el que el francés se vació tras mil y una decepciones. Rebasó Bouhanni la línea de meta con su maillot azzurro, bleu, azul y todos respiraron. ¿Lucirá mañana el sol?

* Imagen con licencia Creative Commons de «sjrowe53» en Flickr