Sevilla. Uno de los canticos más populares entre la afición sevillista recuerda “Recorreremos kilómetros, superaremos obstáculos, sólo por ti, Sevilla Fútbol Club”. Los que hoy han salido en la calurosa tarde a la calle para acompañar al equipo en su vuelta triunfal a la ciudad han cumplido ambas afirmaciones.
El calor pegajoso que impregna toda Sevilla a estas alturas de año es, sin duda, el mayor obstáculo que se ha enfrentado a la celebración del título de la UEFA Europa League conquistado ayer noche en la gélida Turín. Sin embargo, desde primera hora de la tarde las líneas de autobuses urbanos que efectúan parada en el casco histórico de la ciudad transitaron completas de pasajeros. Por cualquier acera las camisetas rojas y blancas aparecían y desaparecían, y en motos aficionados jóvenes levantaban banderas de la entidad hispalense mientras bajaban la avenida de Torneo.
En la Torre del Oro, a orillas del Guadalquivir, los turistas pasean perplejos mientras observan el ajetreo. Tomar una fotografía a los pies del monumento en el día de hoy es imposible. Hasta allí viaja la embarcación que transporta a la plantilla. Al paso bajo cada uno de los puentes que conectan ambas aceras de la ciudad la afición aplaude y canta.
Ya en tierra firme, jugadores, cuerpo técnico y directiva regalan a los hinchas que ocupan las primeras filas sus bufandas. La sonrisa de Unai Emery es absoluta. En cuanto sube al autobús engalanado para la ocasión, el técnico no duda en ocupar la primera fila y unirse a los cánticos que resuenan a lo largo y ancho de toda la calle.
Todo es felicidad hoy para el sevillismo. Tampoco hay descanso. De la Torre del Oro la comitiva parte hacia la Puerta de Jerez, donde no deja de cantarse desde ayer noche. La avenida de la Constitución, a las ocho de la tarde, presenta un aspecto sobrecogedor. Se avanza con dificultad y ni el sol parece querer marcharse.
Jóvenes, padres con sus hijos aupados sobre sus hombres y ancianos con polos de blanco inmaculado y cuello rojo conforman una masa que discurre al ritmo que lo hacen los jugadores, encaramados en lo más alto del autobús. Los cánticos se suceden uno tras otro.
Llegadas las once de la noche, el Gol Norte del Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán luce imponente, abarrotado mientras las banderas cruzadas no dejan de ondear. Los héroes que certificaron la tercera victoria europea aún no aparecen sobre el césped, pero no importa. La felicidad se desbordó hace ya muchas horas, nadie sabe hasta cuándo continuará la celebración. A nadie le preocupa.
Al filo de la madrugada un helicóptero de la Policía Nacional desciende del cielo despejado de Sevilla para posarse en el círculo central. Un destello plateado lo inunda todo. Aparece el capitán, Iván Rakitic, con el trofeo entre sus brazos. Nervión no cabe en sí.
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