La caja de los truenos volvió a abrirse ayer de par en par, para desgracia de los ciclistas, a menos de doce kilómetros para la línea de meta. En este Giro donde ocurre poco pero caen al suelo muchos nadie está a salvo. Joaquim ‘Purito’ Rodríguez llegó con miedo, y atenazado pedaleó hasta que ayer sus costillas volvieron a hacer ‘crack’ tras resbalar por el asfalto italiano.
Ocurrió en una rotonda cuando el grupo se aproximaba ya a la llegada en Montecassino, tras 257 kilómetros de esfuerzo. En el momento preciso sólo dos favoritos estaban colocados donde cualquier aspirante a campeón debe: entre las diez primeras posiciones. Cadel Evans y la maglia rosa Michael Matthews; dos australianos esquivando curvas como si hubiesen nacido en el interior de Italia. Fueron ellos quienes completaron el giro sobre la bicicleta. Por detrás se abrieron mil y una grietas en un pelotón que rodó por el piso casi al completo. Además de Purito abandonaron también sus compañeros de equipo Ángel Vicioso y Damiano Caruso.
La mayoría tuvo más fortuna y pudo levantarse. Aunque, para entonces, Evans había puesto ya en marcha la locomotora de su BMC ‘rossonero’. Por delante restaba una pendiente que el australiano intentó aprovechar. A todos sus rivales por la general les robó la cartera sin despeinarse, aunque no tuvo tanta suerte con su compatriota. El genial y talentoso Michael Matthews, que aguantó el arreón de Evans, no sólo mantuvo con solvencia su rueda sino que llegado el momento lanzó un sprint letal para ganar la etapa vestido de rosa. Un lujo.
Tras ellos comenzó a llegar la procesión de desdichados, como un goteo. Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Domenico Pozzivivo aparecieron a los 53 segundos; Purito asomó la cabeza casi siete minutos después, sin alma ni piernas, con costillas y dedo fracturados.
* Imagen con licencia Creative Commons de «brassynn» en Flickr
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